Nadie duda de la importancia que tiene recuperar el Estado para la gente y fortalecerlo para que en efecto cumpla con los fines y finalidades que están previstos en la Constitución, sobre todo para sacarlo del lugar al que lo han llevado los privilegios, la politiquería y la corrupción.
Pero no deja de preocupar la actitud radical con la cual se han planteado algunos aspectos promovidos por el gobierno del presidente Petro, por algunas decisiones que, de alguna forma, parece que quisiera arrinconar a las fuerzas militares y de policía, para dejarlas sin capacidad de reacción y que la población se quede a expensas de la criminalidad.
En serio. ¿Será que más bien el gobierno del presidente Petro tiene el propósito de debilitar las capacidades del Estado?
Y por qué lo pregunto. Porque un análisis sencillo de los hechos en el mes que lleva el gobierno parece que así lo indican.
Me explico. El presidente Petro tomó la decisión de conformar la nueva cúpula de las Fuerzas Armadas y de Policía siguiendo la costumbre cuando inicia todo gobierno, pero en este caso conllevó la salida de más de cincuenta generales que tienen el conocimiento y rango más alto o llevan más tiempo que los designados y, según el decir del presidente cuando hizo públicos los cambios, es para adoptar la política de la seguridad humana, con el fin de garantizar los derechos humanos y la paz que caracteriza a una democracia, lo cual ha dejado preocupado a más de uno porque no es un acto responsable prescindir de la experiencia adquirida por un personal que lleva más de treinta años con el uniforme. En pocas palabras, eliminó el conocimiento de las fuerzas y las debilitó.
Le propuso al gobierno de los Estados Unidos revisar el tratado de extradición para que “Narcotraficante que negocie con el Estado colombiano con beneficios jurídicos y se comprometa a dejar de ser definitivamente el narcotráfico, no se extradita a Estados Unidos”; y tal planteamiento tiene felices a los que están pedidos en extradición porque saben de las debilidades del sistema carcelario que tiene Colombia, y que desde adentro de las cárceles pueden seguir dando órdenes.
La suspensión definitiva de fumigaciones aéreas de cultivos ilícitos con glifosato y “Donde no se realicen acuerdos de sustitución voluntaria de cultivos, se procede con la erradicación forzosa” llevará a que se aumenten las hectáreas cultivadas de coca que actualmente están en más de 200 mil, porque el gobierno no tiene la capacidad de reacción, infraestructura ni los recursos que permitan reducir esos cultivos de otra manera distinta a la fumigación. La tal erradicación voluntaria es un fracaso.
Expresar públicamente el cese de los bombardeos a los campamentos de grupos armados ilegales, en especial donde haya certeza de que se encuentran menores de edad porque “hay que preservar siempre la vida por encima de la muerte”, es un acto de irresponsabilidad o ingenuidad del ministro de defensa que puede conllevar a que los grupos armados recluten menores para que les sirvan de escudos humanos sabiendo que de esa forma no los van a bombardear, y eso les permitirá afianzar el poder en los territorios donde se encuentren.
La creación de la Unidad de Diálogo y Acompañamiento a la Manifestación será la nueva apuesta para que la Policía custodie la protesta en el país, en remplazo del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), unido al hecho de llevar a cabo conversaciones directas con los integrantes del movimiento de la primera línea para llegar a acuerdos que permitan dejar en libertad a varios de los capturados en las manifestaciones ocurridas durante la protesta social del año pasado.
En fin. No se puede ocultar que todas estas decisiones han creado preocupaciones en muchos analistas y políticos de la oposición; y algunos han afirmado que el presidente lo que está es debilitando el Estado para llenarse de razones que le permitan convocar una asamblea constituyente para terminar imponiendo algunas de las ideas que siempre ha manifestado respecto al Estado, además de ampliarse el periodo para el cual fue elegido. Amanecerá y veremos. Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…