El permanente delirio del presidente Gustavo Petro por parecer y hacerse reconocer como un adalid ambientalista y de la lucha contra el cambio climático del planeta, lo mantienen, junto a su ministra de Minas y Energía, utilizando todos los espacios y foros de comunicación que tienen a su alcance, tanto nacionales como internacionales, para reiterar su deseo de acelerar la suspensión de la exploración y explotación de carbón, petróleo y gas como fuentes de energía, como su principal bandera para lograr una transición energética que en el corto plazo es utópica.
Usan esas oportunidades mediáticas para insistir en su propósito ideologizado, aun a costa de los supremos intereses económicos y sociales del país.
Tal como lo han hecho desde el inicio de su gobierno en las diferentes reuniones y asambleas gremiales en las que han participado a nivel nacional, también lo han venido haciendo en los más importantes espacios internacionales, como el 77º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU realizada el pasado septiembre en Nueva York, en la COP 27 realizada en Egipto, y recientemente en el Foro Económico Mundial realizado este mes en Davos, Suiza. En cada uno de estos espacios, acudiendo a discursos grandilocuentes, ha arremetido contra el uso de esas fuentes de energía fósiles. Petro ahora está invitando a trabajar para que se construya un nuevo “capitalismo descarbonizado” en el corto plazo, para evitar el desastre climático, según él, como única opción para salvar la humanidad.
Es claro que la lucha contra el calentamiento global es un compromiso ineludible, aceptado por la ciencia y por todos los líderes mundiales. Ese es un propósito universal liderado por los países signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, con su órgano supremo conocido como Conferencia de las Partes -COP- que se reúne anualmente desde 1995, con la finalidad de hacer acuerdos y avanzar, de manera conjunta, en la estrategia más efectiva para abordar el cambio climático.
Desconociendo ese claro propósito de esta importante organización ambiental, que aglutina alrededor de 197 países, y que busca actuar estratégicamente para resolver en forma coordinada un problema de la humanidad, el presidente Petro sigue insistiendo en emprender acciones aisladas en Colombia -que solo aporta menos 1% de las emisiones de GEI globales-, en una actitud displicente con los expertos y con la gradualidad que exige la implementación de una necesaria transición energética. Con las propuestas cortoplacistas de su discurso individualista desde la perspectiva del país, subestima la sinergia que requiere el enorme y necesario esfuerzo ambiental global. Pereciera, además, no importarle los potenciales y devastadores sacrificios económicos y sociales -con menos recursos económicos para invertir en la reducción de la pobreza y la desigualdad- que le generaría al país la hipotética situación en la que no continúe recibiendo los cuantiosos ingresos que representan las exportaciones de petróleo y carbón, sin que se visualicen otros ingresos sustitutos realistas y sostenibles.
Es evidente que ese discurso del Gobierno nacional está horadando la imagen y la credibilidad del país a nivel internacional. Totalmente contrario a lo que se esperaba, las declaraciones de la ministra de minas y energía, Irene Vélez, en Davos, en las que indicaba que no se otorgarían nuevos contratos para la exploración de petróleo y gas, fueron ignoradas por los especialistas de los mercados financieros. El valor del dólar bajó frente al peso y eso no ocurrió porque tanto el presidente Petro como su ministra salieran, como es usual, a aclarar esas declaraciones. Lo que demostró ese comportamiento del dólar es que los mercados de capitales le prestan más atención a los mensajes más razonables y coherentes que envían otros funcionarios del gobierno, en especial del ministerio de hacienda.
Por fortuna no todos los funcionarios con capacidad de liderazgo están influenciados por la misma ideología que predomina en el gobierno. También existen funcionarios razonables que actúan dándole prioridad a los intereses colectivos del país. Es hora de que en el Congreso de la República también aumenten y se hagan oír y sentir los Senadores y Representantes que actúen de esa misma manera. El país los necesita.