La figura de la coalición fue la salida que encontraron muchos aspirantes a la Presidencia para medirse y aprovechar las elecciones de Congreso en marzo. Pero al parecer, la cosa no está funcionando, por lo que siempre pasa en la política, la guerra de egos y los apetitos políticos.
En primer lugar, la Coalición de la Esperanza tiene un polvorín en sus toldas; no han logrado ponerse de acuerdo y son muchos candidatos, lo que puede restar su opción, siguen de reunión en reunión, pero no surgen definiciones. Fajardo ha perdido mucho protagonismo, involucrado en discusiones bizantinas; además, como si no fuera suficiente con la amplia baraja de aspirantes, llegan Ingrid Betancourt y Luis Alberto Murillo, quien renunció al segundo día.
Juan Manuel Galán es partidario de que solo sean tres candidatos elegidos por encuesta y Humberto De La Calle amenaza con retirarse de la cabeza de lista al Senado si no se arreglan las fisuras; es decir, hoy la Coalición de la Esperanza no tendría cupo en primera vuelta, totalmente atomizada y sin un horizonte claro, pese a que debía ser una campaña de unión, de propuestas concertadas y listas al Congreso unificadas, se convirtió en una feria de vanidades, en la cual cada uno anda por su lado y todos pretenden ser líderes.
La Coalición de la Experiencia está igual o peor: el ala duquista, encabezada por Álex Char y Peñalosa, descalificaron a Óscar Iván Zuluaga, quien decidió continuar en solitario, lo que originó un huracán en el uribismo, debilitando esa propuesta y ocasionando una división que será muy difícil de arreglar; la estrategia de Char y Peñalosa es clara, no arriesgar con Zuluaga un puesto que pueden disputar ellos dos con las maquinarias regionales de Cambio Radical y el Partido de la U; aparte de que el gobierno Duque prefirió jugársela con la coalición de los exalcaldes y pretende que de ahí salga el rival de Gustavo Petro.
Según fuentes, hasta le dijo en una llamada “Bueno, Óscar Iván, no cuente conmigo. Así no voy ahí”. Si siguen así, Petro puede dar el palo en primera, ya que hay estudios internos que lo tiene muy por encima de los demás.
La política es dinámica, pero nadie llegó a pensar que la fuerza política que dominó los últimos tiempos en Colombia, hoy fuera rechazada por todos para no asumir el desgaste.
Lo que está haciendo el expresidente Uribe, que en su desespero está saliendo a repartir volantes, es contraproducente porque en todas partes es recibido con ataques y cánticos en su contra, ambientes que pueden terminar en violencia; ojalá Uribe por fin entienda que su tiempo en la política terminó y es mejor resguardarse, no seguir exponiéndose y rebajando su condición de expresidente de este país.
Se vienen semanas decisivas, todos empiezan a tomar posiciones; el que no se ubique bien se queda. Lo irrefutable es que estas dos coaliciones, Esperanza y Experiencia, no han logrado impactar y pueden complicarse de cara a conquistar la Presidencia.