El día del periodista me invitaron a un foro del Círculo de Periodistas de Bogotá, CPB, Periodismo versus militancia política en tiempo de elecciones, moderado por el expresidente de la Corte Dr. José Gregorio Hernández, en el cual dialogamos con colegas como Félix de Bedout y Ana Cristina Restrepo.
Fue un espacio enriquecedor porque reafirmé lo que siempre he pensado, el verdadero periodista es aquel que hace un ejercicio contrapoder y logra ser una herramienta para consolidar la democracia desde la información veraz, la opinión y el análisis.
Algunos creen que el periodismo es solo informar y les da miedo criticar y denunciar, sobre todo a los políticos; el periodista que se deja untar el bolsillo, es un mercenario que no tiene ningún compromiso con la sociedad y menos con sus colegas que sí hacen verdadero periodismo, quienes arriesgamos nuestras vidas enfrentando clanes políticos, narcotraficantes, guerrilleros, jueces corruptos etc., por eso siempre voy a denunciar este tipo de alimañas de doble moral.
Esto está pasando en Barranquilla, donde gran parte del periodismo perdió la batalla ante los políticos. Un periodista está para reportar la realidad, tal y como es, no como el gobernante quiere, el mandamiento de un periodista es cuestionar a los que tienen el poder, sin miedo y sin odios, para defender a la población que no tiene voz.
Hay periodistas que creen que a los políticos no se les puede hacer control social y político, que todos tenemos que estar arrodillados o, peor, se creen con la potestad de decir quien es periodista y quien no, argumentando títulos que no sirven de nada, cuando no se tiene profundidad en los conceptos y mucho menos ética, el principal valor que debe tener un periodista.
Por estos días, sí que es fácil detectar a un periodista prepago, ese que postea en sus redes fotos de los mismos políticos que han acabado con la ilusión de un departamento como el Cesar y se escudan en qué hay que apoyarlos porque son de nuestra tierra, aunque sean corruptos. Pero no dicen que es porque en tiempos de contiendas electorales, se dejan manosear con limosnas y se venden por unos pocos pesos. El periodismo no es ajeno a la corrupción y en Valledupar, hay manzanas podridas que todos conocen y que además se pontifican, mientras se encargan de lavarle la cara a quien les pague, un periodista corrupto es igual de peligroso que un político corrupto o un juez corrupto.
Un periodista domesticado políticamente ofende un oficio tan bello y se convierte en un propagandista rastrero, unos se escudan en que tienen que sobrevivir y que están mal pagos, me pregunto ¿A qué costo? ¿Acabar con su credibilidad y dejar pisotear su dignidad? Para quien no la tiene, poco o nada importa; pero al verdadero periodista que la ha construido con valores e imparcialidad, es y será su gran activo. A mí me han calificado, algunos periodistas de tripa de la ciudad, como archienemigo del gremio, se equivocan, porque no reconozco enemigos y mucho menos archienemigos, soy de los pocos que ha levantado la voz para destapar esta podredumbre y si no les gusta, de malas. Cierro con esta frase Oriana Fallaci: “Para mí, ser periodista significa ser desobediente. Y ser desobediente significa ser oposición. Y para ser oposición tienes que contar la verdad”. Feliz día, atrasado, a los verdaderos periodistas.