La vida es el principal derecho fundamental de los seres humanos y su entorno social se ha ligado al derecho a la libertad; basándose en el tejido social en convivencia con los demás. Juan Jacobo Rousseau manifestó que “las personas somos sociables por naturaleza”. Es por lo que hoy en día las situaciones que estamos enfrentando generan una serie de contravenciones a causa de la pandemia, este virus maligno, invisible y contaminante; nos necesita resguardados, pero en estos momentos hemos mostrado nuestra indisciplina en el deber de cuidado y hemos asumido el riesgo en aglomeraciones colocando la vida de todos en peligro.
De acuerdo con la Constitución Política Nacional y la declaración universal de los Derechos Humanos, el derecho a la vida es inviolable, se afirma que todo individuo debe tener asegurados sus derechos fundamentales (vida, libertad y seguridad). En estos momentos de crisis humanitaria y socioeconómica, la sociedad se encuentra entre la vida y la muerte –la vida es un derecho, y la muerte es un hecho–.
Desde hace aproximadamente más de un año, venimos peregrinando por los senderos del peligro en estado de Emergencia Sanitaria, donde las consecuencias se reflejan en una gran catástrofe humana, muchas veces por la necesidad de subsistir y otras por la irresponsabilidad de creernos invencibles, salimos a exponernos al peligro de contagiarnos y llevar este virus al seno de nuestras familias, quienes en ocasiones han vivido desenlaces fatales.
Anteriormente en la constitución el derecho a la vida tenía conexidad con la salud, hoy es un derecho fundamental y la vida social en relación con la libertad, ambas posiciones son fundamentales pero la vida tiene una primacía sobre la libertad. Teniendo en cuenta el valor que tiene la vida, se debe asumir una debida protección cumpliendo con los protocolos de bioseguridad y colocando una serie de restricciones a la libertad de las personas; lográndose con esto mitigar el impacto de las consecuencias, debido a que hemos demostrado con nuestros actos una falta de conciencia que ha dado resultados catastróficos.
Confiamos en estar cerca de un desenlace con el anuncio de la llegada de la vacuna, pero aún no tenemos garantía de lo que pueda pasar. Por ende, es importante aguantar un poco más con los debidos cuidados y tener mano dura con los indisciplinados que irresponsablemente no han acatado las restricciones sociales. Ya es momento de entender que para garantizar el derecho a la vida debemos pausar la vida social.