Una vez precisada la ubicación del asesino Jaime Saade Cormane, alias Henrique Do Santos Abdala, residente en Belo Horizonte, Brasil, queda su captura y repatriación a Colombia después de 29 años como fugitivo de la justicia. La Corte Suprema de ese país en segunda instancia autorizó su extradición.
Fue condenado a 27 años de prisión por el asesinato y acceso carnal violento de Nancy Mestre Vargas y con causa de muerte un disparo en la cabeza. Cuando fue capturado en 2020 en Brasil y se pensaba que sería extraditado a Colombia, un abogado le consiguió una rebaja de la pena a 24 años por los mismos delitos. Este último acto no vino del todo mal porque el caso estaba a punto de prescribir y dio lugar a que la cuenta prescriptiva se reiniciara.
Las anteriores vicisitudes son de dominio público, agregándole la estoica lucha del papá, y en general, de la familia para dar con el paradero del criminal Saade Cormane. También son conocidos muchos otros detalles de esa noche que nunca acabó para ellos, la del primero de enero de 1994. Se inició entonces una muerte en vida ante semejante pérdida, sin olvidar a su hija.
Pero, queda por saberse el chisme de cómo fue el proceso para conocer el paradero del homicida, quién informó, cómo esta persona supo de esos datos y si hubo un motivo para que alguien hablara, si fue algún familiar de Jaime Saade, etc.
Se sabe que don Martín se interesó en el manejo de las redes sociales, lo que le permitió conocer tres lustros después del homicidio que un hermano del asesino vivía en Brasil. Resulta interesante averiguar cómo un señor que a la sazón pasaba largo de los cincuenta años profundizó en su experticia de los computadores y de las conexiones de las personas a través de sus canales de información. No menos importante resultaría su versión de cómo logró convencer a las autoridades locales y brasileñas de tomar acciones contra Saade Cormane y localizarlo en ese país o de quiénes otros estuvieron en el momento del crimen y de si estos participaron contra Nancy, que como dice Martín Mestre, él ya lo sabe, pero espera oírlo por boca del homicida.
Asimismo, si se conservan fluidos vaginales de Nancy, ¿fue con base en ellos que la familia Mestre tiene la certeza de que hay más gente involucrada en los eventos violentos de 1994? Si se aplicaron técnicas de ADN, debió ser recientemente porque en esas calendas las pruebas basadas en ácido desoxirribonucleico estaban en pañales. De la mayor trascendencia resulta saber cómo fue la vida familiar de Saade Cormane en tierra carioca; ¿Conocía su esposa los antecedentes criminales de su pareja y si alguna vez los hablaron ante sus hijos? Es por lo que se desconoce que se requiere una crónica del tipo Relato de un náufrago de Gabriel García Márquez o El Karina de Germán Castro Caicedo. Solo que no están ni Gabo, Ernesto McCausland o Castro Caicedo. Nos queda, sin embargo, Alberto Salcedo Ramos.
Esperemos que haya quien obtenga la información y pueda escribir esa hablilla. De eso se trata el periodismo literario basado en la investigación. También cabe citar la novela del género policíaco, A sangre fría de Truman Capote, la que a su vez, creo, García Márquez tomó como modelo para Crónica de una muerte anunciada.
El tema tiene aristas por explorar y la necesidad de una buena pluma que cuente estos vericuetos en extenso. Al fin y al cabo, Jaime Saade Cormane no puede pasar por encima de ciertos hechos, como sucedió también en Barranquilla con las muertes violentas de los miembros de la familia Kaled (1984) o de los más de treinta asesinatos de recicladores ocurridos en los patios de la Universidad Libre de esa ciudad (1992), sucesos que remedaron sendas muecas de carnaval.