En febrero se cumplieron doscientos doce años del nacimiento del famoso novelista Charles Dickens. En 1812 vino al mundo este escritor, el principal de la era victoriana. Nació en Portsmouth, Inglaterra, y fue bautizado con el nombre de Charles John Huffam Dickens. Recibió educación formal sólo después de los nueve años, por lo cual en su época se lo consideró.
Dickens escribió novelas por entregas, como se acostumbraba en el siglo XIX. Esta circunstancia le permitía variar las tramas y argumentos de sus relatos de acuerdo con las reacciones que observaba en sus asiduos lectores. Un aspecto que contribuyó al éxito de su oficio literario fue su extraordinaria memoria fotográfica para personas y eventos; por eso se le hacía fácil trasladar la realidad a la ficción.
Desde los doce años se vio obligado a trabajar, debido a que su padre, acosado por deudas impagables, fue confinado en una prisión del Estado. Así, pues, el niño Dickens tuvo que contribuir al sostenimiento de la familia y sacrificar algunos de los años que debía dedicar al estudio.
Esta experiencia marcó definitivamente al futuro escritor y más tarde sus obras reflejarían la condición social de los explotados laboralmente. De ese compromiso con los explotados proletarios queda su obra ‘David Copperfield’ (1850), que se considera autobiográfica. En verdad, Dickens era un crítico acérrimo de la pobreza y de la estratificación de la sociedad. Siempre demostró su empatía con el hombre común y su escepticismo por la familia burguesa.
En ‘Casa desolada’ (1853) el autor idealiza a los personajes, pero solo para conmover con su crítica social. En la novela ‘La vieja casa de antigüedades’ (1841), el novelista permite que muera una niña, personaje entrañable de esa obra. Este desenlace le causó al autor muchas críticas de sus lectores. Dickens demostró que, tratándose de una obra trágica, ese final era obligatorio, aun contra sus propios deseos. La mayoría de las obras de Charles Dickens están relacionadas con el realismo social, aspecto que vemos claramente en ‘Tiempos difíciles’ (1854) y en ‘Nuestro común amigo’ (1865).
Aunque Dickens siempre quiso triunfar como actor teatral, no consiguió plenamente ese anhelo. Una vez, en su juventud, cayó enfermo precisamente la víspera de una prueba, llamada hoy ‘casting’, y no pudo concursar. Sin embargo, como compensación histórica, algunas obras suyas han sido dramatizadas y muchísimas se inmortalizaron en el cine mundial. Se registran por lo menos 180 películas basadas en sus obras; de hecho, ‘Los papeles póstumos del Club Pickwick’ fue filmada para el cine mudo en 1913. Otra faceta en la vida de Dickens es su actividad periodística, en la que ejerció como editor y propietario de diarios de reconocida circulación.
La fama y la solvencia económica alcanzan a Dickens a los veinticinco años, cuando publica ‘Los papeles póstumos del Club Pickwick’ (1837). Otras obras de este escritor son: ‘Oliver Twist’ (1838), ‘Cuento de Navidad’ (1843), ‘Historia de dos ciudades’ (1859), ‘Grandes esperanzas’ (1861), y ‘El guardavía’ (1866). ‘Oliverio Twist’ trata el tema de un niño abandonado en un orfanato, confinado en reclusorio y, en resumen, maltratado por una sociedad indolente.
Es una obra perteneciente al realismo literario, imperante en Europa por esos años. Basta recordar la novela ‘Marianela’ (1878), de Benito Pérez Galdós en España y otras narraciones con temática social. Al final, el joven Oliver logra sobreponerse a sus desgracias, pero el autor ha dejado en esta obra, como en ‘David Copperfield’, su crítica a la sociedad hipócrita de su época.
Son frases de Dickens: “He sido demasiado cobarde para hacer lo que sabía que era correcto, al igual que he sido demasiado cobarde para evitar hacer lo que sabía que era incorrecto”. “Nadie que alivia los males de otros es inútil en este mundo”. “Forjamos las cadenas que llevamos durante nuestra vida”. “No hay nada en el mundo que sea tan irresistiblemente contagioso como la risa y el buen humor”. Charles Dickens falleció en Gads Hill Place, Inglaterra, el 9 de junio de 1870.