La tinta fina y dorada hoy se transporta a la ‘Tierra Amable’, aquella que está vestida por las altas montañas del Perijá y cuyo cuerpo es bañado por el río Ranchería.
Es precisamente ahí, en Barrancas, donde su gente se levanta cada mañana a inspirarse en la conservación de sus costumbres y tradiciones, tierra pura y nativa, aquella que orienta a sus hijos a entregar a sus visitantes la amabilidad y el reconocimiento de lo que significa ser barranquero, celoso con sus creencias y la conservación de las mismas.
Los senderos de esta han sido dirigidos por sus hijos más nobles, aquellos que fueron brindándole el desarrollo que hoy continúa leyéndose en sus calles, en sus parques, en sus escuelas y en la preparación de los hijos de sus hijos.
Barrancas es cuna de artistas, su amabilidad discreta la guardo con el tiempo, pero hoy deseo resaltarla, contar al mundo que esta tierra tiene genes de artistas de calidad y de nobel, como el mismo Gabriel García Márquez, cuyos abuelos fueron barranqueros y que gracias a la tradición oral de su abuelo pudo captar los mejores momentos que plasmó en su obra más célebre, ‘Cien años de soledad’. Sus exquisitas letras fueron conocidas en la historia de las letras universales.
En honor a todo lo que encierra Barrancas, este año, el Festival del Carbón, que celebró su 51 versión, quiero resaltar que no solo se le rindió homenaje a la música vallenata, a la piqueria, sino a todo lo que representa en la historia de las letras. Fue entonces, cuando el presidente del festival, Jesús Acosta, en cabeza del alcalde, otro hijo admirable, que reconoce lo más importante de la historia de su tierra, Mauricio Soto, con el apoyo del bibliotecario del municipio, el incansable, dinámico y creativo Mario Romero, hijo ilustre de la ‘Tierra Amable’, del barrio Villa Luz, quien es un amante de las letras y del arte de su pueblo. Asimismo, la barranquera y secretaria de Educación del municipio, María Victoria Barros, una mujer que sabe que el arte, la cultura y la educación van sujetos y que estos se complementan.
Ellos reunidos le quisieron inyectar a Barrancas otro toque elegante y académico al festival, que los reúne cada año, dando cita a escritores representativos de La Guajira y de su tierra, fundando el encuentro de escritores de la ‘Tierra Amable’, donde le hicieron homenaje a uno de los hijos ilustres, Arcesio Romero, un barranquero que lleva en sus venas la simpleza de la narrativa y la poesía.
También abrieron espacio a esta pluma que hoy plasma en sus memoria las grandes aventuras que solo los barranqueros sabemos narrar, permitiéndome que como hija de esta ‘Tierra Amable’, también del barrio Villa Luz, estudiante del José Agustín Solano, mi escuela, del manantialito donde me bañaba por las tardes con mis hermanos y vecinos de barrio y en honor a las letras, pudiese bautizar mi noveno libro de cuentos titulado: ‘El lápiz rosado’. Cuentos maravillosos que surgieron precisamente, desde la creatividad de mi pensamiento y la fina tinta dorada que heredé desde el lenguaje y la narrativa oral que tiene todo un barraquero, cuando de escribir se trata.
Este acto académico fue desarrollado por la Institución Educativa José Agustín Solano No.2 y el hotel más representativo de mi ‘Tierra Amable’, el Iparú, evento que tuvo eco en las altas montañas que visten La Guajira, y que no fue ajeno a las notas del acordeón y el concurso de piqueria que se dieron cita en la tarima ‘Leandro Díaz’ de Barrancas.