Estamos literalmente acorralados por la delincuencia en Colombia, todos los días casos impresionantes de robos y asesinatos, bandas articuladas tienen en jaque a las autoridades que ya se dieron cuenta de que en grupo funcionan mejor; en Medellín cerca de 50 delincuentes asaltaron una bodega de oro a plena luz del día, muy al estilo de ‘La Casa de Papel’.
En Valledupar asaltan una joyería dentro de un centro comercial y se llevan más de $600 millones en mercancía y a los 5 días asaltan otra en pleno centro de la ciudad y ni un solo capturado, sólo quedan los videos y las declaraciones de un secretario de Gobierno que dejan ver la incapacidad de su labor. Ojalá el alcalde Mello Castro asuma sus responsabilidades y le pida la renuncia, a ver si llega alguien que estructure un plan con las autoridades por qué ya la ciudadanía no aguanta más.
En San Andrés, dos policías atendieron un llamado para terminar una fiesta y fueron asesinados por los delincuentes, sin mediar palabra. En Bogotá, todos los días atracan restaurantes y ni hablar de los asaltos callejeros. La gente de la capital tiene la sensación de inseguridad más alta en toda la historia. Frente al Titán Plaza asesinaron a una mujer y nadie vio nada, mientras tanto, la alcaldesa Claudia Lopez dando charlas de seguridad en Europa, qué descaro.
En Barranquilla, las bandas criminales extorsionan y tienen acorralado al sistema de transporte. La situación es la misma en muchas ciudades del país, la crisis de seguridad se desbordó y lo peor es que no hay un plan articulado entre gobierno nacional y autoridades locales, cada uno se pasa la pelota adjudicándose responsabilidades, mientras los delincuentes cada día mejoran sus tácticas y estrategias.
El momento es verdaderamente crítico. Por el estallido social, hoy casi medio país está en la pobreza, con una migración desordenada y una justicia que no funciona, lo que deriva en los más altos índices de inseguridad y si a eso le sumamos la crisis de hacinamiento carcelario, el caos se intensifica.
Los delincuentes están empoderados, salen a atracar y a matar sin asco porque saben que si los capturan, a las pocas horas recuperan la libertad, esos sí dejan la foto sonriendo en la reseña. Es claro que no hay suficiente pie de fuerza y la inteligencia tampoco da resultados. Llegamos al triste “sálvese quien pueda y no dé papaya”; no se le ocurra hablar por celular en la calle, no vaya a restaurantes y mucho menos salga de un banco con dinero en efectivo porque se avecina diciembre y la situación va a empeorar.
Desgraciadamente estamos acorralados y sin salida. Lo más triste, en manos de Iván Duque.