Cuatro años después de la firma del Acuerdo de Paz, queda claro que la verdad es parte fundamental de una futura reconciliación en el país, sin verdad no hay camino hacia la paz. A la verdad no se le puede tener miedo, hay que abordarla para reconstruir las piezas de un conflicto de 50 años que nos degradó como sociedad: secuestros, masacres, asesinatos selectivos, atentados terroristas, exiliados, desplazamiento forzado, despojo de tierras, reclutamiento de menores, violencia sexual y desapariciones, dejando la escalofriante cifra de 8.5 millones de víctimas según RNI, es primordial conocer la verdad para promover la convivencia en territorios y compartir un mismo espacio social, en un ambiente transformador que permita la resolución pacífica de conflictos y construcción de una amplia cultura de respeto y tolerancia en democracia; los colombianos necesitamos respirar y eso se logra con verdad, para limpiar el alma.
Es entonces, cuando la Comisión de la Verdad, creada como un mecanismo de carácter temporal y extrajudicial del sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición, tiene un papel preponderante para identificar factores que facilitaron la persistencia del conflicto, con base en fuentes creíbles y una investigación exhaustiva para elaborar diagnósticos; examinar la incidencia del fenómeno del narcotráfico; recopilar experiencias de resiliencia individuales y colectivas, para analizarlas y lograr un amplio entendimiento. Los distintos mecanismos parten de un sistema que busca una respuesta integral a las víctimas, no pueden entenderse de manera aislada, sino que estarán interconectados a través de relaciones de condicionalidad y de incentivos para acceder y mantener cualquier tratamiento especial de justicia.
Es importante que los actores de la guerra hablen y nutran el informe que se conocerá en 2021, saber el detalle de lo que pasó, entre otros casos en: El Salado, Nueva Venecia y Bahía Portete; qué ocurrió con funcionarios del CTI en el Cesar; cómo políticos y paramilitares se robaron el presupuesto público de muchas poblaciones; qué pasó con los falsos positivos del Ejército; la veracidad de crímenes de la guerrilla como el de Consuelo Araújo y tantos secuestros que lesionaron la moral y dignidad de la sociedad; las tomas a poblaciones que dejaron víctimas, solo en el Cesar y La Guajira la cifra bordea las 500.000 personas afectadas; de ahí la importancia de estas revelaciones, que por duras que sean, son necesarias para que las víctimas edifiquen un camino de sanación.