El Hatico es un pueblo pintoresco del municipio de Fonseca en La Guajira, es la tierra de ‘El Pollo Vallenato’ Luis Enrique Martínez Argote, donde lo recuerdan sus parientes y amigos, a quien consideran como el papá de los acordeoneros por la destreza con que ejecutó el instrumento, la rutina en los pitos y el acompañamiento armonioso de los bajos y porque marcó una tendencia en su época que hasta el día hoy sigue siendo la mejor escuela.
Allí están grabados muchos de sus recuerdos y es que no es fácil olvidar al hombre del acordeón que nunca dejó de ser lo que era, una persona muy familiar, alegre y parrandera.
Teddy y Álvaro Pérez Argote son hermanos y familiares del maestro Luis Enrique Martínez por el lado materno.
La mamá de los hermanos Pérez Argote y Luis Enrique eran primas hermanas, se criaron juntos hasta los 15 años cuando se trasladó de El Hatico a Fonseca.
“Siempre tuvieron buena vibra desde niño, eran contemporáneos, mi mamá nació en el 22 y a los diez meses, en febrero del 23 nació él”, contó Álvaro Pérez Argote.
Álvaro es un hombre alto, de tez morena, con los años bien puestos como se dice en el argot popular y muy orgulloso de su vínculo familiar con ‘El Pollo Vallenato’.
De las vivencias rememora a Eustasio, conocido como ‘Tacio’ Argote, el tío incondicional de Luis Enrique. “Cada vez que llegaba a Fonseca iba donde ‘Tacio’, ahí se sentía muy bien, feliz”.
Lo recuerda como un buen familiar, como una persona amigable y un pariente ejemplar.
“Lo conocí joven, recuerdo que venía donde mi tío ‘Tacio’, formaba sus parrandas con sus amigos o las hacia en Fonseca porque tenía una cantidad de amigos”, contó.
Sentado en un taburete en la casa museo en El Hatico, Álvaro recordó que su tía cargó con Luis Enrique para Fonseca, donde solo vivieron un año porque decidieron seguir para Fundación.
“Una vez se le fugó a la mamá y se vino para acá trabajaba en las labores que se hacían en aquel entonces, aquí esto era cañadulzales, no había cultivo de arroz, eran oficios varios y el de cuidar la puerta para que no se metieran los animales, y a él le tocó hacer ese oficio hasta que mi tía vino y se lo volvió a llevar y se aclimató allá y siguió su carrera musical”, agregó.
Dice Álvaro que se siente muy orgulloso de tener un pariente como Luís Enrique que ha trascendido a nivel nacional e internacional, como pionero de un género musical como es el vallenato.
Afirmó que lo más importante de su pariente es que no le dio la espalda a la familia, porque fue un hijo y padre ejemplar.
“En el año de 1976 fui con un hermano a Santa Marta, nos topamos con él, nos atendió muy bien, desayunamos y nos mandó a preparar almuerzo porque no podían atendernos personalmente porque iba a tocar fuera de la ciudad, pero fue un familiar muy atento, lo recuerdo con cariño”, expresó.
Sus enseñanzas
“Fue un tipo a carta cabal, ese señor nunca se dejó embelesar por las veleidades y siempre estuvo ahí”, así lo recordó su pariente, el docente Teddy José Pérez Argote.
En su relato expresó que fue una persona tranquila, muy a pesar de su constitución física, sus dedos eran boludos y era versátil en la digitación del acordeón.
De las vivencias recuerda al tío ‘Tacio’ Argote, que fue un personaje en la vida de Luis Enrique.
“Cuando se vino de El Copey volado, el tío tenía un acordeoncito de dos teclados y él dice que fue a cortar leña y cuando regresó sintió un sonido y él decía, eso a qué se debe, y era Luis Enrique que estaba iniciando sus ‘pininos’ en la música vallenata”, relató.
Teddy, contrario a su hermano Álvaro, es robusto, con recuerdos claros de los momentos con el maestro Luis Enrique, como cuando llegaba a El Hatico a parrandear con su tío ‘Tacio’ y los amigos, por allá en los años setenta.
“El venía aquí, mi tío tenía un alambique de fabricación de ron casero el ‘chirrinchi’, y esos dos barriles específicos se los guardaba para degustarlo juntos”, expresó.
Sus ojos recorren la Casa Museo en El Hatico. Allí apreció las fotografías de su pariente, como llama a Luis Enrique, y recordó que era una persona alegre que se codeó con grandes personajes en la ciudad de Valledupar, pero nunca fue de la crema y nata.
“Alguna vez nos dijo que él con Escalona y Consuelo no tenía mucha afinidad porque a él le gustaba manosear a la gente del pueblo”, precisó.
A su mente llegó una entrevista que Consuelo Araujo concedió a José Jorge Dangond para Telecaribe, donde reconoció que Luis Enrique fue el mas grande acordeonero, además expresó que ‘Juancho’ Roys fue de esa escuela que el maestro dejó de manera espontánea.
“Lo que dijo Julio Oñate, el acordeón fue un antes y un después de Luis Enrique, porque en el Jardín de Fundación él sale ripiando nota desde el inicio de la canción”.
Y va más allá cuando afirma que sin tener ningún conocimiento académico, compuso tantas canciones y las acompasó con el ritmo musical.
“Dejó escuela, es el verdadero representante de la música de acordeón. Heredó de su padre Santander Martínez, también acordeonero, como su hermano ‘El Negro’ Martínez, los hijos tocaron acordeón, era un tipo muy caballeroso, se hacía querer por la gente por su trato”, dijo.
A Luis Enrique se le considera un músico completo porque ejecutaba el acordeón, componía, cantaba y verseaba. En el año 1973 se coronó rey del Festival de la Leyenda Vallenata junto a Juan Calderón en la caja, y en la guacharaca, Víctor Amarís. Derrotó a Julio De la Ossa y a Luis Landero.
De sus más de cien composiciones se destaca ‘El jardín de Fundación’, ‘La tijera’, ‘La cita’, ‘El gallo jabao’, entre otros.
Nació en el corregimiento de El Hatico el 24 de febrero de 1922 y murió el 25 de marzo de 1995 en la ciudad de Santa Marta.