La figura del expresidente Álvaro Uribe es determinante para entender la política colombiana en los últimos 20 años pero las ansias de cambio han llevado a que por primera vez el uribismo no tenga a un candidato propio en la segunda vuelta tras cinco elecciones consecutivas en las que fue protagonista.
El descrédito de Uribe por sus problemas judiciales o el flojo Gobierno de su delfín, el presidente Iván Duque, son dos de las razones por las cuales la segunda vuelta de las elecciones colombianas, programadas para el 19 de junio, las disputarán el izquierdista Gustavo Petro y el populista independiente Rodolfo Hernández.
A las elecciones de este domingo el partido uribista Centro Democrático no presentó candidato porque el que habían elegido, Óscar Iván Zuluaga, renunció tras las elecciones legislativas de marzo y decidió apoyar a Federico Gutiérrez, ganador de la consulta interpartidista del Equipo por Colombia.
El partido, sin embargo, tomó la decisión de no hacer oficial su adhesión a ninguna candidatura presidencial, aunque la mayoría de sus líderes hicieron campaña por Gutiérrez, y el propio Uribe señaló que la afectación de su reputación fue la que hizo al Centro Democrático perder escaños en el Congreso.
Así pues Gutiérrez, exalcalde de Medellín, terminó en el tercer puesto de la primera vuelta de las elecciones, por detrás de Petro y de Hernández -quienes han sido críticos con el uribismo y suponen un cambio-, a pesar de haber llegado a los comicios como uno de los favoritos.
Los líos judiciales del Uribe «han desgastado su base de favorabilidad después de tantos años en que estuvo por arriba del 50 %», según el profesor Dávila.
La caída de la reputación de Uribe está marcada por el caso de fraude procesal y soborno de testigos que le sigue la Justicia y que comenzó en febrero de 2012 cuando el exmandatario demandó por presunta manipulación de testigos al senador izquierdista Iván Cepeda, que en esa época preparaba una denuncia en el Congreso contra él por supuestos vínculos con el paramilitarismo.
Esa demanda acabó volviéndose en contra de Uribe cuando el magistrado José Luis Barceló no solo la archivó sino que decidió abrir una investigación al expresidente por supuesta manipulación de testigos.
Cuando Uribe renunció al Senado en agosto de 2020, perdió su fuero de congresista y el caso pasó de la Corte Suprema de Justicia a la Fiscalía, donde está en este momento.