Los restos del pontífice fallecido con 95 años, ya descansan en la cripta de la Basílica de San Pedro del Vaticano, tras un entierro que culminó los últimos cinco días de exequias por su muerte el pasado 31 de diciembre.
Después del funeral en la Plaza de San Pedro, el cuerpo de Benedicto XVI se desplazó este jueves 5 de enero hasta la Cripta de los Papas.
El cardenal italiano Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, invitó a los presentes a rezar por el alma del papa emérito. “Queridos hermanos y hermanas, pedimos humildemente a Dios, Padre misericordioso, por el Papa emérito Benedicto para que descanse en el Señor”.
El arzobispo Georg Gänswein y las cuatro laicas que cuidaron del papa emérito en sus últimos días estuvieron entre el grupo que cantó y rezó mientras los restos de Benedicto XVI fueron bendecidos.
Entre los presentes también hubo obispos y cardenales, como el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin.
El ataúd de madera fue sellado, trasladado a otro metálico decorado con una cruz, el emblema del papa y una inscripción en latín. Posteriormente, el féretro de metal se selló y metió en otro de madera con las mismas decoraciones.
Finalmente se introdujo el ataúd en su hueco y monseñor Gänswein pronunció una última bendición.
En la homilía de la misa funeral por el pontífice emérito que celebró hoy ante decenas de miles de fieles en la plaza de San Pedro del Vaticano, el papa Francisco destacó la “sabiduría, delicadeza y entrega” que Benedicto XVI “supo esparcir a lo largo de los años”.