Luego de la explosión del martes pasado en el puerto de Beirut de casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio, que causó al menos 158 muertos y 6.000 heridos, el secretario de Defensa de EE.UU., Mark Esper, afirmó que todavía no se sabe el origen del hecho.
«El fondo de la cuestión es que todavía no sabemos. Sabe, el primer día, como el presidente Trump dijo correctamente, pensábamos que podría haber sido un ataque. Algunos de nosotros especulamos con que podría haber sido, por ejemplo, un cargamento de armas de Hizbulá, puede que Hizbulá… Una instalación de fabricación de armas… ¿Quién sabe?», señaló el jefe del Pentágono.
Por su parte, el presidente de EE.UU., Donald Trump, sostuvo que el estallido fue en realidad un «ataque» con «algún tipo de bomba», sin aportar pruebas.
«Me he reunido con algunos de nuestros grandes generales y ellos parecen sentir que lo fue (un ataque). Esto no fue un suceso tipo una explosión industrial», aseguró el mandatario.
El miércoles, Esper matizó que «la mayoría» pensaba que era un accidente, mientras que hace dos días el presidente libanés, Michel Aoun, no descartó ninguna hipótesis.
«Hay dos posibilidades para lo que pasó: o la negligencia o intervención exterior con un misil o bomba», apuntó Aoun a los periodistas.