Luego que los talibanes volvieran a tomar el control de Afganistán tras 20 años viviendo relegados de la sociedad, el mundo mira con atención lo que pueda pasar con las mujeres en ese país, ante la casi inminente instauración de un régimen religioso ultraconservador, que en su primera etapa de gobierno suprimió los derechos civiles de las mujeres.
Cuando los talibanes gobernaron Afganistán por primera vez, entre 1996 y 2001, implantaron una sociedad que prácticamente eliminó a las mujeres de la vida social del país. Las afganas de esa época debían cubrir sus cuerpos por completo, so pena de sufrir latigazos en público si eran sorprendidas mostrando más de dos centímetros de sus tobillos. Tampoco podían salir de casa sin la compañía de sus esposos, padres o hermanos, y tenían prohibido recibir atención médica, conseguir empleo o estudiar en el colegio o la universidad.
Los maquillajes, la ropa de colores o pasatiempos comunes en el resto del mundo como cantar, bailar, escuchar música o ver la televisión quedaron vetados para las mujeres durante el primer régimen talibán.
Sin embargo, la caída de los talibanes hace un poco más de 19 años cambió significativamente la vida de las mujeres de Afganistán. Durante dos décadas, las mujeres lograron ser reconocidas como ciudadanas, con las limitaciones propias de la cultura de su país, pero al menos ya pudieron ir al colegio, trabajar, vestir atuendos de colores, maquillarse, ir al salón de belleza, ver la televisión, escuchar la radio, votar y ser elegidas para cargos de elección popular.
Con el regreso de los talibanes al poder, el temor de millones de afganas y de la comunidad internacional es que el país retroceda décadas o siglos en materia de avances en equidad de género. De hecho en solo dos días de administración talibán, la sociedad afgana ya se está adaptando a las nuevas reglas de los clérigos ultraconservadores que gobiernan en país.
Los salones de belleza cerraron, los avisos publicitarios donde las mujeres aparecían promocionando productos fueron borrados en cuestión de horas, y en las ciudades y pueblos donde los talibanes tomaron el poder, estos ingresaron a las empresas y oficinas públicas y le ordenaron a todas las mujeres que trabajaban allí irse a sus casas.
El sábado los noticieros de radio y televisión tenían mujeres en sus emisiones. El domingo, ellas desaparecieron por completo de las pantallas de los micrófonos de las emisoras. Ceso la música en la radio y la TV. En los colegios, los maestros se reunieron con sus alumnas para despedirse de ellas y comunicarles que nunca más se volverían a ver.
Y todo lo descrito anteriormente parece ser el inicio de la pesadilla, que tendrán que vivir las mujeres mayores de 30 años y las jovencitas que crecieron en una sociedad más liberal después de 2001 y que recién estrenarán el nuevo régimen misógino de los talibanes.
Muchas mujeres que no están dispuestas a volver al ostracismo han optado por el suicidio como vía de escape de su nueva realidad. “Con el colapso de cada ciudad, el colapso de los cuerpos humanos, el colapso de los sueños, el colapso de la historia y el futuro, el colapso del arte y la cultura, el colapso de la vida y la belleza, nuestro mundo colapsa”, dijo la artista Rada Akbar.