Por Sixto A. Carrillo.
“Lapidariamente, podría decirle que la muerte me persiguió por toda Colombia y donde quiera que llegaba, me visitaban los integrantes de las Autodefensas Gaitanistas, a quitarme lo único que me quedaba; la vida”. Así lo narró el ciudadano identificado como Alejandro Ramírez Gil quien, junto a su esposa y su hija, recorrió media Colombia tratando de salvar su vida.
Ramírez Gil, narró que la odisea comenzó el día 13 del mes de abril del 2.022; “siendo las 07 horas de la noche, estando sentado junto con mi esposa en la sala de mi casa en Itagüí, departamento de Antioquia, mirando el noticiero Caracol Televisión, llega un vehículo con unos hombres armados pertenecientes a las Autodefensas Gaitanistas (Clan del Golfo), amenazándome de muerte porque no le había pagado una extorsión que anteriormente me habían exigido, me manifestaron que pronto volverían si no pagaba, y que esta vez no iba a vivir para contarlo.
Dice Ramírez Gil, que como es sabido estos grupos armados son incontrolables por el Estado Colombiano y se encargan de asesinar a quien no cumplan con sus pretensiones o exigencias.
“A raíz de esas amenazas, me puse nervioso y el temor por mi vida y la de mi familia. Para no volver a estar en esta situación, abandoné mi casa y comenzó el desplazamiento por varios departamentos. Cambiando permanentemente de lugar, donde nunca me sentí seguro porque ese grupo armado está en toda Colombia, por miedo a perder mi vida y la de mi familia como es mi esposa e hija, tuvimos que encerarnos y limitarnos a salir a lo estrictamente necesario”.
Asimismo, relató que “el 16 de abril llegue a Barranquilla, y por miedo, porque me hacían seguimiento me trasladé a Riohacha a donde un amigo, y de ahí retorne a Río Negro Antioquia, donde continuaron las amenazas y el 26 de abril salí del país. Durante el peregrinar por todo el país, fuimos vendiendo las cosas materiales para poder subsistir, como el carro, los electrodomésticos, hasta que quedamos sin nada”.
Alejandro Ramírez Gil, dijo que, “la situación era tan triste y desesperante, que donde quiera que llegaba, recibía la vista de los hombres de esos grupos armados al margen de la ley, yo ponía la denuncia ante las autoridades, Fiscalía, pero ya no tenía nada que decir y solo lo hacía para poner en conocimiento de las autoridades por si acaso me pasa algo”.