Ante su comunidad, Luis Carlos Álvarez Rivera se presentaba como un consagrado predicador cristiano de una iglesia evangélica en Barranquilla. Hace un par de años había testificado ante su iglesia cómo Dios lo había curado del homosexualismo, el Sida y que gracias a eso su vida había cambiado completamente.
Sin embargo, la historia de restauración de este hombre dio un giro cuando la Policía identificó al supuesto ministro como el asaltante que atracó a los pasajeros y al conductor de un bus de transporte intermunicipal en el suroccidente de la capital atlanticense.
A Álvarez Rivera lo capturó la Sijín en el barrio La Gloria e incluso los uniformados le encontraron un arma de fabricación artesanal en su poder.
En su faceta cristiana, el hoy detenido le había dicho a sus hermanos en la fe que “la raíz de todos los males es el amor al dinero». «Comencé a delinquir, entré a la cárcel por hurto, aquellos amigos homosexuales se olvidaron de mí y me dieron la espalda”. También relató que en una ocasión fue herido de muerte, pero logró recuperarse.
Álvarez, quien aseguraba tener un ministerio como profeta y contaba con un grupo de seguidores, ahora enfrenta cargos por el delito de hurto calificado agravado.