Cada 28 de octubre se rinde honor a estas personas para reconocer y valorar el aporte cada una de ellas hace a la sociedad colombiana, a través de la confección y diseño de prendas de vestir.
Generalmente, estas personas trabajan desde sus hogares y, desde su conocimiento, promueven la cultura colombiana a través de sus diseños. Además, contribuyen al desarrollo económico del país llevando la moda colombiana a otras partes del mundo.
Se dice que en Colombia el primer modista reconocido fue Toby Setton, nacido en Cartagena de padre egipcio y madre francesa. Revolucionó la moda en Colombia en los años 50 al plasmar sus ideas y no hacer réplicas de las prendas de moda o en tendencia.
Viajaba y observaba en revistas cuáles iban a ser las tendencias de las temporadas próximas, estudiaba constantemente hacia dónde iban esas tendencias aplicándolas a sus diseños. Viendo las dificultades para la importación de telas, decidió diseñar y crear sus propias telas convirtiéndose en el primer diseñador nacional en tener su propia fábrica.
Introdujo al país el concepto “listo para llevar” y los pantalones dentro del closet femenino. Fue el primero en el país en poner su nombre en una marquilla y se convirtió en la primera persona que hacía del coser en Colombia una profesión.
La moda en Colombia ha evolucionado significativamente a lo largo de los años y tiene una gran diversidad de culturas que desde su cosmovisión también han impactado en la industria de la moda colombiana.
Tal es el caso de la cultura Wayúu, asentada en el departamento de La Guajira. Las modistas Wayúu son reconocidas por su habilidad en el tejido de mochilas, chinchorros, mantas y otros productos tradicionales que realizan utilizando técnicas ancestrales y materiales naturales para crear piezas únicas y representativas de su cultura.
Según, la cosmovisión wayuu, la primera modista fue «Wale’kerü», mejor conocida como la araña tejedora. Cuentan los ancestros de esta cultura indígena que «Wale’kerü» era una niña que fue encontrada por un hombre llamado Irunúu. Él se la llevó a su casa y les dijo a sus tres hermanas que la asearan y enseñaran las tareas y trabajos del hogar.
Sin embargo, las hermanas se dedicaron a maltratar a Wale’kerü, incluso no le daban comida. Pero ella no pasaba hambre ya que este hombre al llegar a su casa compartía con la niña sus alimentos. En agradecimiento a su amabilidad, la niña comenzó a tejer chinchorros, mantas y otros tejidos para Irrunu.
Todas las noches, la niña se transformaba en una hermosa doncella que de su boca sacaba hilos que ella misma tejía y prontamente convertía en coloridos tejidos. Una noche el hombre descubrió a Wale’kerü y al darse cuenta de su belleza, se enamoró de ella. Intentó abrazarla, pero ella se convirtió en araña y desapareció entre los árboles. En sus manos sólo quedó un ovillo de hilos.
En este día, felicitamos y exaltamos a todas estas personas que se dedican a esta ardua labor, especialmente a todos nuestros talentos del departamento de La Guajira y a las mujeres wayuu que esmeran cada día por desarrollar diseños cada vez más creativos para exaltar su cultura indígena.
¿Quién fue tu primer modista? Felicítalo y agradece por los atuendos que siempre hace para ti