Son muchas las variables que inciden en la determinación del salario mínimo, y la determinación más importante está en quien es el que tiene como clase económica y social el peso de esa determinación: la burguesía, la oligarquía financiera. Ellos determinan el salario mínimo. En momentos electorales esta es una controversia de singular importancia. Darle un carácter histórico a un incremento del 10.07% en las actuales circunstancias al salario mínimo no deja de ser una celada a la clase trabajadora.
El salario hace parte del valor de la mercancía, (capital variable, que es el trabajo socialmente necesario invertido en la producción de una mercancía y el capital fijo: las maquinarias y herramientas) y como tal, parte del capital variable.
El salario es apenas una parte de la totalidad del trabajo, es decir, nunca te pagan por lo que trabajas. Tu salario es la paga de una parte menor de la totalidad de tu trabajo, por lo tanto, el salario no es la representación de tu trabajo, es en esencia, un recorte sustancial de tu trabajo. De la otra parte de tu trabajo se apropia el patrón, es su beneficio.
¿Por qué? Porque el dueño del capital necesita reproducirlo -el capital-, y es consciente que para reproducirlo no es incorporando la más innovadora tecnología; incluso, el incremento de las tecnologías, aun automatizadas, o inteligencia artificial, no implica mayor ganancia para el patrón; es la competencia la que obliga a implementar nuevas tecnologías, y al implementar nuevas tecnologías desplaza a más obreros del sistema productivo, por ende, disminuye la ganancia; contradicciones al interior del régimen de producción capitalista. La tecnología desplaza a los generadores de riquezas.
El salario en Colombia, medido internacionalmente, sufre una terrible descompensación, estamos atados al dólar, la devaluación del peso frente al dólar frisa el 15% anual, por cada producto importado pagarás más, mientras disminuye tu salario.
Caso contrario, a las empresas multinacionales establecidas en Colombia, para el 2022 les saldrá más barato el salario de un trabajador. Pero frente a la amenaza constante del dólar y a la falta de estímulo por parte del Gobierno nacional, la pequeña y mediana empresa generadora de casi el 80% del empleo, se verá abocada a cerrar sus puertas.
La crisis económica nos acecha a los colombianos, días tras días el pauperismo arrastra a más hogares, el trabajo es indigno, se extiende la precariedad social.
El capitalismo no tiene nada de pacífico y la guerra más cruenta de todas sus guerras la lleva al escenario del salario: empobrece, mata, arruina, es un nudo que aprieta la garganta. Detrás del salario se supone una relación de explotación.