Se ha desatado a nivel mundial un alboroto mayúsculo, pues se develaron movimientos subrepticios por debajo de la mesa de inmensas cantidades de dineros provenientes de diversas actividades como el narcotráfico, el comercio y transferencias financieras. Todo el entramado, con el único propósito de esconder para eludir y evadir el pago de impuestos en su nación.
En Colombia el caso es insólito, pues el mismo director de la Dian resultó con dineros en los paraísos fiscales. El colmo. Dicen que la mujer del César no solo debe ser honesta, sino parecerlo. Pues en este caso ni lo es, ni parece.
Todos los implicados, prominentes figuras de la politiquería y del mundo financiero, han salido a dar sus explicaciones, destempladas de por sí por no tener ningún asidero moral para la justificación de sus andanzas non santas, porque en el mundo de la internacionalización y concentración de capitales, a las leyes, pagadas por los magnates para su redacción, le dejan siempre la hendija en la legislación tributaria para escabullir sus capitales. Y en este caso en particular, los países imperialistas, sobre todo Estados Unidos y Gran Bretaña, cuentan con legislación laxa en sus protectorados que le permiten captar todos estos capitales, con el beneplácito del mutismo financiero o bancario.
Los capitalistas hacen la Ley y hacen la trampa
Le he oído al periodista peruano Jaime Bayly, peón y genuflexo defensor del capitalismo, que “todo político o empresario serio debería abrir sus cuentas en los bancos de su país”, y en nuestra amada ‘Polombia’ el presidente de la República sale a justificar la salida de capitales. “¡…es la economía estúpido…!”, dicen los entendidos de la materia.
Me voy a permitir explicar lo siguiente: concatenado a todo este embrollo. En 1973 los Estados Unidos, abrumado de tantos petrodólares, de manera unilateral y drástica rompió con el acuerdo de Bretton Wood, por lo cual se consideraba al oro como el patrón universal de respaldo monetario. Para imponer el dólar como patrón universal, acentuaba la dependencia mundial a su patronato y hegemonía. Es decir, son los primeros zarpazos que el neoliberalismo le asestaba a los keynesianos.
Los países dependientes y atrasados perdieron su autonomía de emitir dinero en función de su respaldo en oro y fueron obligados a financiarse mediante el endeudamiento. Surge así la emisión, no de dinero, sino de papeles de deuda pública para financiar su presupuesto nacional, surgiendo el impagable endeudamiento, el eterno déficit fiscal.
También surgen en los países imperialistas los grandes fondos de inversión internacionales: Blackrock, Hathaway Berskshire, el grupo de fondos Quantum, establecidos en Curazao (Antillas Neerlandesas), gestionados por George Soros a través de su compañía Soros Fund Management, entre otras.
Estos fondos compran papeles de deuda pública, sobre todo en países dependientes. De ahí la enorme presión para imponer las reformas tributarias y garantizar el pago de las deudas mediante las políticas impositivas pero en estas regiones los magnates criollos tratan de escabullírseles a los fondos y prefieren no pagar los impuestos con los cuales se paga la deuda externa.
Pero cual Chapulín Colorado, no contaban con la astucia de los grandes fondos de inversión que tienen mucho más poder que ellos. Por ejemplo, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación –Icij–, encargado de hacer y divulgar esta lista de evasores, es financiado por la Open Society Foundations, cuyo gestor y propietario es George Soros.
La entidad trabaja de la mano con el Proyecto de Informes Sobre el Crimen Organizado y Corrupción, dependiente de la Usaid, organismo encargado del trabajo limpio de la CIA. Esas organizaciones están detrás de los Papeles de Pandora.
Soros es además promotor de gobiernos fascistas como el del primer ministro húngaro Viktor Orbán y está implicado en el derrocamiento del gobierno legítimo de Ucrania. Soros y la Usaid, filial de la CIA, siempre han trabajado de la mano.
Pero la crítica internacional apunta a señalar que en los Papeles de Pandora no aparecen los centenares de ricos norteamericanos, ni canadienses, ni europeos, que se distinguen por no pagar impuestos, o de hacerlo, es en mínimas proporciones, entre ellos Jeff Bezos, Ellon Musk, Michael Bloomberg, Soros, etc.
Se cuestiona que no aparecen los paraísos fiscales, cuyo centro de operaciones están en el propio Estados Unidos: Dakota del Sur, Florida, Delaware, Texas, nevadas, entre otros.
Estados Unidos tiene el bufete de abogados más grande del mundo, Baker McKenzie, quizá el más importante del mundo con presencia en 46 países. Son expertos en ofrecer asesorías en negocios e inversiones offshore y entre 1981 y 2005 tuvo entre sus funcionarios a Cristina Lagarde, exdirectora del FMI.
Ante los ojos de los desprevenidos no se alcanza a observar el verdadero contenido de los Papeles de Pandora, sus intenciones y sus alcances. Más bien, parece una guerra sin cuartel contra la corrupción.
Ciertamente este escándalo pone al descubierto a un puñado de inescrupulosos corruptos criollos y regionales en Latinoamérica, quienes se roban el trabajo de obreros, de campesinos, de una clase media venida a menos por el despojo paulatino de sus conquistas. Las multinacionales y los fondos financieros internacionales son las grandes favorecidas por la sumisión de una burguesía criolla que se postra ante esos capitalistas. A estos tiburones internacionales del capitalismo ni a esta burguesía criolla le perdonan un desliz. No le admiten ninguna actuación sin su consentimiento.
Los papeles de Panamá y los Papeles de Pandora, lo que buscan es acentuar la hegemonía de un imperio venido a menos inquieta ante los avances de los pueblos que luchan por su liberación nacional y social, por los acontecimientos sufridos recientemente en Afganistán, y la inestabilidad en que viven sus sumisos aliados de la Unión Europea.
Se estima que en estas prácticas ilegales, en la evasión de regulaciones financieras y cambiarias se esfuman alrededor de 9 billones de dólares, el 10% del PIB mundial. Pero, los favorecidos con el lavado de capitales son los países desarrollados, principales captores de estos capitales. Son las contradicciones que no pueden superar, se destruyen con sus propias armas y la corrupción es una de sus armas para robarle a los pueblos.
No quisiera terminar sin antes hacer alusión a la discusión que viene promoviéndose a nivel internacional para sacar a flote al capitalismo de su insalvable debacle. La Comisión Independiente para la Reforma del Sistema Impositivo Corporativo –Icric– de la que hacen parte economistas Joseph Stiglitz, Thomas Piketty, José Antonio Ocampo y otros neokeynesianos.
Estos expertos consideran que todas estas anomalías evasivas se subsanarán aplicando un impuesto mínimo global a las empresas trasnacionales del 25% de sus ganancias para los países donde ejercen sus operaciones productivas. Con el beneplácito de todas las potencias imperialistas, la Ocde aprobó que sea del 15%, pero sin ninguna claridad del beneficiario.
Los Papeles de Pandora no tienen el propósito de beneficiar y salvaguardar los intereses nacionales, ni combatir la corrupción. El capital financiero vive de la corrupción.
Este escándalo y sus similares ponen al descubierto una lucha a muerte entre piratas trasnacionales y los mafiosos de la politiquería y la economía nacional. Una dura advertencia contra aquellos que siendo sus aliados osen contravenir sus directrices, porque, según ellos, está en peligro su seguridad nacional.