Una de las características singular del arraigo y el villanueverismo es su amor por su territorio, por sus usos y costumbres y en especial, quienes a estas alturas somos católicos, es la veneración del Santo Patrono.
Muchos villanueveros buscando mejores horizontes, buscando la academia y la profesionalización, otros en busca de sus sueños y muchas y muchos, detrás de su “media naranja” salieron del pueblo. Pero estemos donde estemos, los que hoy viven por fuera, se preparan y organizan agenda y vienen al pueblo con la fe y la ilusión de asistir a la misa, a la procesión; pero hay un acto que es el que más nostalgia causa cuando se está lejos y uno de los que más regocijo da cuando se está en el pueblo y es el saludo y los abrazos en el atrio de la iglesia, al final de la misa, al son de la banda de música, generalmente ‘La Banda de Los Fernández’ o la de ‘Lorencito Torres’, interpretando unas piezas musicales que desde hace muchos años se tocan y como esto lo estamos viviendo de generación en generación, ya mayores y jóvenes identificamos esas piezas como parte fundamental y esencial de nuestras fiestas patronales.
Después de la sagrada eucaristía, ese, el atrio, es el momento más sublime de las fiestas luego de cantar el himno a Santo Tomás y recibir la bendición en su nombre.
Eso en el atrio es un espacio en el que el espíritu es una fiesta y en el alma no hay cabida sino para la alegría y el amor filial; y re-encontrarse con amigos y familiares, energiza y revitaliza el sentimiento de cariño que nos tenemos los villanueveros. Perdónenme los de otras partes, pero el aprecio profundo, el de amistad, el de paisanos, ese es puro y distinto al de los nativos de otros pueblos, reitero, el aprecio que nace del alma, ese mismo que la politiquería, el arribismo y el oportunismo lo ha atacado y se lo ha cambiado a unos tantos, pero el aprecio fiel, el fraterno, se renueva cada 18 de septiembre.
Todo lo anteriormente descrito fue para concentrarme en detallar que este 18 de septiembre de 2021 no va ser igual, así haya algunos elementos de los que siempre lo hacen especial.
Y no va a ser lo mismo, o por lo menos mi alma como la de muchos, no se bajará del atrio plena de alegría y regocijo porque no daré, como muchos paisanos más, el saludo y el abrazo con el primo Mito Dangond; extrañaré su peculiar forma de chocar la mano, “con su familiar jaloncito”. No se distinguirá con su talla y su elegancia y presencia de villanuevero grande e importante, al Dr. Rodrigo Dangond Lacouture.
No abrazaré a “Camarón” y extrañaré “su pinta” porque me dijo muchas veces “para este día hay que estrenar”, por eso él siempre venía muy elegante.
Ni que decir de la falta que va a hacer la Kika, yo añoraré su bendición; se acostumbró a dármela en el atrio después de misa, cuando nos encontrábamos. Anaís no saldrá de misa al atrio del brazo de Martha. Lucho Contreras con su devoción y señorío, no acompañará a nuestro párroco paisano en la sacra ritualidad de la santa misa concelebrada, con el Sr. Obispo.
Mary y Luzmila Dangond no estarán con su porte y familiaridad, sintiéndose en el atrio más villanueveras que la más villanuevera. Canuto, no me dirá más tarde, después de misa, “estoy esperando jugada” o sea, “¿dónde es la sentada?” Entonces, cada uno recordará porque será distinto este 18 de septiembre, describirá en su memoria y a lo mejor con dolor, que le va a hacer falta ese día, después de misa.
Sé que los villanueveros que están por fuera, muchos van a misa donde estén, en nombre del Santo Patrono. Esta es otra característica del villanuevero, fiel a su tradición toda la vida esté donde esté. Y lo hace con total entrega que revive infancia y muchas celebraciones patronales.
No ha sido fácil redactar este escrito porque revolver recuerdos, atizar la llama del dolor, revivir momentos y circunstancias es una acción emocional muy próxima al masoquismo. Te celebraremos el 18 de septiembre en la misma fecha y mes, pero no serás lo mismo éste año, así sea en esa misma fecha y mes.