La culpa es de la vaca, moraleja, muchas veces le echamos la culpa a las demás personas de las cosas malas que nos pasa, pero nunca nos ponemos a pensar que nosotros somos los verdaderos culpables de que las cosas nos salgan mal, pero siempre tenemos que autoevaluarnos para que podamos aceptar nuestros errores, estamos haciendo mal la tarea con nuestra responsabilidad política y social, de nuestra responsabilidad de elegir con el voto a nuestros gobernantes.
La Guajira es nuestra maestra, nosotros sus alumnos, pero como estudiantes, hace rato estamos con matrícula condicional somos alumnos que no cumplimos con la totalidad de los requisitos establecidos para la promoción a la gobernabilidad y que, sin embargo, seguimos con el derecho a inscribirnos para cursar las materias correspondientes que nos enseñen a elegir mejor, hasta tanto se apruebe las materias adeudadas por la perversa costumbre de vender el voto (No todos).
De acuerdo con la Constitución Política y la ley, los servidores públicos deben responder ante los entes de control por infringir la Constitución y la ley, por la omisión en el ejercicio de sus funciones, el incumplimiento de sus deberes y por la extralimitación en las mismas. La noción precisa de responsabilidad es coherente con el concepto de que los gobernantes políticos elegidos son responsables ante sus gobernados, con independencia de que hayan o no violado las normas legales.
En La Guajira muestra una pobreza multidimensional de 48,8% comparado con la media nacional que es del 17,5% y una pobreza monetaria del 61,8% (*Dane) en un departamento riquísimo en recursos naturales no renovables, pero “RE” Pobre en inversión social y unas necesidades básicas insatisfechas vergonzosas. Siempre se ha comentado que, debido a nuestra ubicación geográfica, a la desatención histórica de los gobiernos centrales, a los vínculos comerciales, dudosos estrechos con países vecinos y el surgimiento sucesivo de negocios ilegales,” sumado a que las casas políticas” dominantes en La Guajira no permiten la libre expresión del voto en el sentido que siempre le han puesto precio al sufragante que por ignorancia o al calor del entusiasmo de apoyar al de moda, se arriman a la sombra que más lo cobije, lo que nos tiene la imagen por el suelo y una ingobernabilidad penosa.
Nuestra economía siempre ha estado ligada por muchas décadas a la actividad minera, al contrabando de gasolina y de productos básicos desde Venezuela quedando mal acostumbrados después del desastre del régimen venezolano y a la exportación de productos ilícitos por la facilidad de sus costas, satisfaciendo, en este caso el empleo,” seguridad y justicia”, configurándose una suerte de cultura de la ilegalidad, que pone en matricula condicional en gran parte a la clase política y a los electores, que sucumbieron ante estos fenómenos.
La responsabilidad política consiste en reconocer y afrontar las consecuencias de las acciones y omisiones en que incurre el gobernante de turno o al que escogimos que nos representen en el congreso, asamblea o concejo, lo que los hacen responsables de lo hecho, de lo no hecho y de lo hecho mal. Es en consecuencia, responsable políticamente el funcionario por negligencia, imprudencia, incompetencia, errores, desaciertos, descuido, graves fallas éticas, inconsistencias comportamentales, o de constreñir al elector.