En Colombia, más del 85% de las elecciones populares, se ganan comprándola, para luego apropiarse de manera particular de los beneficios que arroja la credencial, durante un periodo de cuatro años en detrimento y perjuicios, de derechos colectivos y generales para el bienestar común.
Se ha vuelto costumbre apoyar más por dinero que por calidad, capacidad y dignidad. Llueven ofertas de apoyos y contraprestaciones en el mercadeo de campañas y feria electoral. La plata alborota y compromete, limitando la voluntad ciudadana, marcando el apoyo con afiches plegables o cualquier forma publicitaria utilizada, para demostrar acaparamientos de electores amarrados y atados a quienes los compren, indiferentemente del grado calificativo que tenga el argot político. La votación no comprada, es ínfima, es decir, que no sobrepasa el 20% en resultados de votos válidos contabilizados. El resto de la votación está comprometida con burocracias, contratos, falsas promesas y compra de votos. Un 40% de los electores registrados en el censo electoral, se abstienen de votar por diferentes motivos. De esta forma, podemos concluir y afirmar que la garantía para ganar elecciones, en listas con votos preferentes y candidaturas, son compras de votos y fraudes, dos conductas delictivas, tolerables en la prácticas de corrupción que imperan y operan en campañas políticas, con manejos irregulares y acciones delictivas de autoridad electoral.
Los aspirantes a elecciones populares carentes de medios económicos, difícilmente enfrentan competencia política por el predominio económico que se impone, coadyuvado por debilidades, falta de conciencia y voluntad espontánea para elegir libremente, lo que conlleva futuros fracaso a quienes aspiren sin plata, con intenciones de oportunidad para servir. Mientras los corruptos irrigan dineros comprando electores, contaminando espacios con publicidades, visuales y auditivas, logísticas y derroches, utilizadas para impactar popularidad y perfilarse favorito, los candidatos sin disposiciones económicas no lucen para quienes persiguen plata, minimizándolos y estigmatizándolos, de mala fe, por ser pobres.
En La Guajira, tendremos elecciones atípicas durante el resto del 2021, complementadas el año siguiente con elecciones de Senado y Cámara, programadas para el segundo domingo de marzo. En citadas elecciones, tendremos visitas de múltiples aspirantes que se congratulan el día 2 de febrero, con la celebración de la Virgen de Los Remedios. Los extraños políticos de otros departamentos no son devotos de la santísima, sino que vienen a negociar y comprar votos, de jefes y líderes intermediarios, que sirven de trampolín para fechorías y promesas engañosas que se repiten en cada elección.