Cuando no hay orden prevalece el caos. Entonces todo queda inscrito en una nube de incoherencia, de información errada y contradictoria, de falsas expectativas, de incertidumbre y de actos cuestionados por la sociedad y entes de control y judicial.
Los pasos desacompasados de una administración distrital sin rumbo, que ha caído en el marasmo, sin que el ciudadano encuentre respuestas a sus peticiones y necesidades, son enfermedades que se han venido incubando poco a poco, encontrando al día de hoy desesperanza, en los más de 290 mil habitantes de esta tierra que arribó a 474 años de poblada. Riohacha fue elevada a la categoría de Distrito Especial, Turístico y Cultural mediante Ley 1766 de 2015, para lo cual se buscaba potencializar su posición estratégica en nuestro territorio. Bajo ese análisis se requería que a partir de la sanción legislativa, en este periodo que finaliza el próximo 31 de diciembre, se iniciara el ajuste normativo que brindara condiciones administrativas, económicas y políticas adecuadas para desarrollar la más alta dignidad de los entes territoriales, en cuanto su crecimiento per cápita.
No hubo iniciativa del Concejo distrital y mucho menos, de ninguno de los 12 o 13 alcaldes que por elección popular o por decreto, pudieron sentarse en la silla de la calle segunda. El propósito de dicha Ley que cambió la naturaleza jurídica, era la integración y liderazgo con aquellos municipios aledaños en materia turística como Dibulla, Manaure y Uribia pero a su vez, lograr una mayor descentralización de la Alcaldía y un fuerte acercamiento de sus autoridades hacía el ciudadano. A pesar de ello, ha sido un periodo estéril en el avance, por los traspiés administrativos y políticos que ha sufrido la comarca de Padilla.
Con ello, quien pretenda gobernar el próximo cuatrenio debe iniciar por poner la casa en orden como fundamento básico de gerencia administrativa, ya que al adolecer de la mínima pertinencia, se fracturo lo más importante en toda sociedad moderna, la confianza que debe existir del ciudadano con sus instituciones.
Volvemos a tener una nueva oportunidad para corregir yerros del pasado y que están pesando en el presente, si queremos que nuestro distrito retome el camino que merecemos bajo dos premisas, la primera lograr elegir un buen gobernante con experiencia administrativa probada, capacidad y formación pero sobre todo, con un elevado grado de sentimiento por esta tierra que vio nacer a muchos que por la falta de oportunidades, prestan sus servicios profesionales en otras esferas nacionales; y lo segundo, un modelo económico acorde con nuestra naturaleza jurídica, que retome las principales iniciativas en beneficio de industrializar el turismo de Riohacha.
Así las cosas, si no se logra rehacer dicho tejido, difícilmente podremos salir del estado de desorden institucional que nos han sometido en estos últimos 4 años, sin que podamos ver la luz al final del túnel.