La Amazonía es el pulmón ambiental del mundo, con una extensión selvática de 5.5 millones de kilómetros cuadrados encerrado en ocho de los diez países suramericanos.
El río Amazonas es el más extenso y caudaloso del mundo, nace en Perú y desemboca en Brasil, recorriendo por Ecuador, Colombia y Venezuela; alimentado de corrientes provenientes de diferentes regiones nacionales: ríos, caños, arroyos, etc., parecido a un mar de agua dulce integrado en selvas amazónicas.
El incendio en Amazonas se originó en Brasil, en frontera con Bolivia, precisamente a los pocos días de que el presidente Jair Bolsonaro anunciara tomar una parte de la Amazonía para explotación minera y agroindustrias, ofreciendo negociar 15 millones de hectáreas, sin que esto implique responsabilidad y culpabilidad. Como cosa curiosa, el incendio comenzó en el área prevista por el mandatario, como quien dice, deforestar el lugar apetecido para la destinación de propiedad privada.
Cuando el incendio se propagaba, el presidente Balsomero se comportó de manera pasiva, omisiva e indiferente, haciéndose el desentendido en forma indolente. Las divulgaciones de la imagen del fuego ardiente devorando la selva, generó la solidaridad mundial, la cual por la presión de auxilio obligó al mandatario sofocar el fuego.
Seguidamente se negaba a recibir un apoyo de UD$20 millones de dólar, transferido por el presidente Macron de Francia, recolectado en la Unión Europea, argumentando que no recibiría el apoyo económico para el Amazonas de manera condicionada para interferir en su territorio.
El dolor está latente por la tragedia ecoambiental que afecta la humanidad. No escarmienta de fenómenos naturales y catástrofes que constantemente nos estremecen y desarticulan, generada de mal maltrato y la falta de conservación al medio ambiente, descuidado y destinado para satisfacer intereses personales constituido en propiedad privada, que prevalecen erradamente sobre el interés general.
El recalentamiento es una realidad originada de los cambios climáticos que están causando incendios y estragos forestales en Europa, Asia y América. Las temperaturas en algunas regiones, sobre pasan los 45°. El Amazonas es víctima de la deforestación en Brasil, Perú, Venezuela y Colombia. El incendio dejó en ceniza aproximadamente quinientas mil hectáreas, más otras tantas desbastada para el comercio de madera, es las pruebas para tomar los controles pertinentes.
Muchos países están gobernados por mandatarios inconsecuentes o demonios, sobre todo aquellos donde imperen las órdenes absolutas y dictaduras, menospreciando el medio ambiente, limitando y humillando a los seres humanos. Las riquezas y el patrimonio económico, acumulados y acaparado por los ricos de nada sirve para su salvación, ni mucho menos cargarían con riquezas adquiridas al más allá, cuando nos azoten tormentas sísmicas que nos borren del mapa o nos calcinen con el fuego, en alta temperatura global.
La protección de la selva amazónica no debe estar a cargo únicamente de los presidentes de países que integran el citado territorio, sino de todas las naciones, desde la ONU, para efecto de atenciones, controles y conservación para observaciones y mantener el equilibrio ecológico ambiental, oxígeno vital para la vida. Cuando los indígenas amazónicos rechazaban las propuestas del presidente, este les respondía cínicamente preguntándoles qué iban hacer con tantas tierras, como si se tratara de una disputa de dominio y propiedad privada. La indignación, zozobra, preocupación y angustia de ambientalistas era de esperarse por el peligro de destrucción y preservación de los indígenas nativos. Bolsonaro debe ser repudiado por cuestionada irresponsabilidad en circunstancias críticas. Es necesario que el mundo apoye la reforestación de las áreas afectadas por el fuego, a la vez, que delimiten las coordenadas de extensión que comprende la Amazonía, prohibiendo la privatización predial y deforestación en el territorio patrimonio biodiverso de la humanidad.
La minería en Colombia goza de mayor protección que el medio ambiente, imponiéndose sobre este de manera absurda e inconcebible. De ahí que el Ministerio del Medio Ambiente es una figura dependiente de la Agencia Nacional de Minería, quien determina las expediciones de licencia para las extracciones y explotaciones de minerales e hidrocarburos.
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