Siempre han sido por impulso las acciones políticas y reivindicativas de la juventud colombiana y algunos de esos ímpetus han hecho historia en el país. Esas trascendentales jornadas han tenido acompañamiento de las otras generaciones con el vigor del adolescente y la experiencia del adulto. Así han dado resultados políticos, sociales y universitarios.
En este escrito comentaré lo que pienso sobre las causas y consecuencias de las marchas de protesta ciudadana que se vienen dando desde hace más de 20 días y además, resaltar el protagonismo de la juventud en estas marchas. Lo he dicho: son reclamaciones justas, con orígenes ciertos, de naturaleza reivindicativa, convocadas para hacerlas legal y pacíficamente, pero lastimosamente se les ha infiltrado el vandalismo y les ha desvirtuado su dinámica pero no su esencia.
Lo especial de estas marchas, en esta ocasión, reitero, es la participación numerosa, entusiasta, creativa e innovadora de los jóvenes. Históricamente han tenido esas protestas la organización de centrales obreras, y otros núcleos, pero las que se han estado desarrollando en estos días, han contado con la visible fuerza impulsadora y la legitimidad del liderazgo de la juventud.
Entonces, nuevamente, despertó esa fuerza, ese vigor y ese filón de ideas nuevas, de actores de primera línea en este mundo globalizado y tecnológico. Despertó esa fuerza y candor que se debe canalizar convenientemente y no manipular impunemente; esa fogosidad que requiere templanza y no freno; aprovechar ese cúmulos de nuevas ideas a las que se les debe combinar sinérgicamente experiencia y probidad para su mayor asertividad y no improvisación que conduzca al fracaso.
No puede ser meta de esta generación juvenil hacer tabla rasa de la experiencia y conocimientos de sus mayores. En cambio, unir mentalidades y depurar vicios y hacerlo sinceramente sin ambiciones perversas, es robustecer la acción política que la época y las circunstancias exigen.
Yo me identifico con varias causas objeto de reclamaciones y con varias demanda de derogaciones que se vienen solicitando vehementemente en estas marchas de protesta pacífica; apoyo la solicitud al Gobierno de retiro de algunas propuestas que está haciendo, y, la eliminación de las injusticias que vienen minando desde hace muchos años la capacidad de existencia y aguante de amplios sectores de nuestra sociedad, porque les ha afectado su economía, y les ha profundizado los efectos negativos de los determinantes sociales para su educación, salud, vivienda, manutención y para el goce efectivo de servicios públicos eficientes.
Hoy perduran aun los agentes causales de la protesta legítima como son el mal manejo al sector productivo del campo que los ha sumido en pérdidas constantes y quiebra indiscutible. La falta de voluntad política para generar con el sector productivo industrial, comercial y turístico, entre otros, verdaderas y transparentes medidas de reactivación económicas y de empleos dignos. La posición sorda e inmóvil que se ha tenido con ese ente que se llama Dian y la carga fiscal para el ciudadano común, para el empleado, para los empresarios, los independientes y para los emprendedores, que origina fracasos, pérdidas financieras, morales y de activos; y con las prebendas o alivios fiscales o “regalos” que se han hecho a los grupos económicos poderosos. A estos no queremos que les mutilen su capacidad productiva, pero que haya justicia fiscal que se traduzca en justicia social.
Jóvenes, abrieron el camino otra vez, y se debe marcar la diferencia; no es caer en vicios patéticos que han degradado los movimientos legítimos como éste que han emprendido ustedes nuevamente, sino, tocará entonces esperar otras décadas para que otros jóvenes lo vuelvan a intentar.