Un documento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –Pnud–, 2021, advierte que La Guajira, seguiría siendo el departamento con mayor incidencia de pobreza y pobreza extrema, mientras que el Atlántico sería el que se vería más afectado por el choque de la pandemia en Colombia.
La región Caribe para el 2020 tendría 826.928 nuevos pobres a causa de la pandemia, lo que resultaría en un total de cerca de 6.000.000 de personas en situación de pobreza que habría en toda la zona, lo cual representa una incidencia del 52,2 %. Es decir, más de la mitad de los caribeños habrían quedado en situación de pobreza después de la crisis del Covid-19. En términos del escalafón de la incidencia de pobreza, La Guajira seguiría liderando la región, seguido ahora muy de cerca por Magdalena, Cesar, Sucre y Córdoba.
Es interesante notar que, entre los primeros cinco departamentos más pobres de la región Caribe, para el 2020 no habría una diferencia de más de 6 puntos porcentuales.
De hecho, todos los departamentos superarían la incidencia del 50%, y el único que seguiría incluso por debajo del promedio nacional es el Atlántico, a pesar de que registraría la variación porcentual más importante comparado con el 2019.
En ese sentido, se esperaría que después del Atlántico, la pobreza aumente porcentualmente más en Magdalena, Cesar y Sucre, que continuarían muy cerca de La Guajira en términos de la incidencia.
En cuanto al número de pobres, Atlántico es el departamento en el que se esperaría un mayor aumento de un año a otro, con 268.774 personas nuevas en esta situación, seguido por Bolívar, Magdalena y Cesar.
Ahora bien, esto configura un reto clave para el Gobierno nacional, los entes territoriales, la sociedad civil y la cooperación internacional en términos de volcar su acción en busca de la atención a estos territorios que resultaron más afectados (mucho más en tiempos de recesión económica en la que el espacio fiscal se reduce).
El reto más importante para abordar en el Atlántico sería la estrepitosa subida de la pobreza extrema, que representaría cerca de 100 000 personas. Lo mismo sucedería con Cesar y Bolívar, pues entre estos dos departamentos sumarían otras 100.000 nuevas personas en situación de pobreza extrema.
Por el contrario, La Guajira, Córdoba y Sucre habrían logrado contener la otra pandemia de la pobreza extrema.
En concreto, para la región Caribe se estiman 1 744 640 pobres extremos en el 2020, lo que es una ciudad entera con personas vulnerables que deben ser atendidas de forma urgente y contundente para evitar que nadie se quede atrás en el Caribe.
Finalmente, en cuanto a las posiciones de los departamentos en términos de la pobreza extrema, se seguiría notando a La Guajira con el porcentaje más alto, seguido por Cesar y Magdalena.
Es importante resaltar que se espera que Sucre, debido a la crisis y al aumento de la incidencia, logre disminuir su incidencia por debajo del promedio nacional.
Esto se explica, en gran parte, por el papel que han tenido las ayudas del Gobierno para paliar los efectos de la crisis del coronavirus. En ese sentido, los ejercicios de simulación indican que Sucre y Atlántico pasarían a ser los únicos departamentos del Caribe con incidencia de pobreza extrema menor al promedio nacional.
Desigualdad en la región Caribe
Para comenzar, la situación de desigualdad antes de la crisis ocasionada por el Covid era de por sí bastante preocupante y, como se observa, en la alta heterogeneidad de los niveles de pobreza (precrisis), explicada principalmente por las diferencias departamentales en el PIB per cápita, el ingreso medio y la incidencia de pobreza total y extrema.
De hecho, al comparar los datos nacionales con el promedio de la región Caribe, presenta una desigualdad del ingreso per cápita de los hogares por encima de los promedios del país (que de por sí es de las más altas del mundo). Al simular la situación de destrucción de empleo, analizada a partir de los microdatos de la Geih, es posible predecir que el Gini se eleve 23 puntos básicos hasta llegar al 0,588.
La principal razón es que la destrucción de empleo fue más acentuada entre los hogares pobres, los cuales no perciben ingreso de otras fuentes propias para atenuar los efectos sobre las tasas de ocupación de la región Caribe.
Por su parte, la contracción de salarios e ingresos por cuenta propia, observada también en los microdatos de la Geih 2020 indica que, si bien la caída es cercana a un tercio de los ingresos, realmente no se encontraron diferencias significativas a lo largo de la distribución del ingreso: todos los hogares se afectaron de manera proporcional por lo que el coeficiente de Gini simulado no cambia de forma radical. Una vez se suma el efecto de la contracción de empleo y salarios y, posteriormente, se reconstruye el ingreso per cápita de los hogares, es posible estimar que la situación de desigualdad, medida por el Gini, llegaría hasta 0,592 (una cifra sin precedentes).
Pero como se ha venido explicando a lo largo del documento, la rápida reacción del Gobierno nacional a través de las nuevas transferencias que se adoptaron para enfrentar la crisis, tanto la pobreza como la desigualdad se amortiguaron. Por ejemplo, los giros extraordinarios que llegaron a casi el 20% de los hogares concentrados, en su gran mayoría, sobre los que precisamente fueron los más afectados, tuvieron la capacidad de contrarrestar el efecto de la crisis.
De hecho, cuando se contabilizan todas las transferencias que activó el Gobierno nacional, el coeficiente de Gini queda por debajo de la situación inicial. Esta situación, sin embargo, es probable que no se mantenga en el tiempo por varias razones, entre ellas que no es claro si el Gobierno va a tener la capacidad fiscal para mantener estas transferencias y a la fecha no es clara la duración de programas como Ingreso Solidario.