En momentos en los que el Valle de Upar no termina de reponerse del tremendo impacto que significó la muerte del Ruiseñor del Cesar, se produce la infausta noticia del deceso de Don Julio Villazón Baquero, una de las personas más queridas y apreciadas, con los mayores méritos y reconocimientos en la región. En la cúspide de sus 96 años mantenía su lucidez y aunque con quebrantos de salud su fatal desenlace fue inesperado, por ello podemos decir que él, como los barcos que se hunden en medio del fragor del combate, se nos fue con sus luces encendidas.
Ingeniero civil de la prestigiosa Universidad Nacional de Colombia, puso sus conocimientos al servicio del Departamento del Cesar que tuvo en él una figura egregia, emblemática como el que más, que le dio lustre y brillo en el concierto nacional. A él se debe la construcción del Hotel Sicarare en Valledupar, de los primeros y el más tradicional de todos cuantos acogen a los asiduos turistas y visitantes que frecuentan la cuna del Festival de la Leyenda Vallenata. Y, además de ser el gestor, con visión de futuro, fue el constructor también del Colegio bilingüe de Valledupar, el primero en su género. Indudablemente este último es su mayor y mejor legado, administrado con celo por su hija María Doris.
Otro aporte que hizo a la educación en el Departamento del Cesar se debe a su desprendimiento e ilimitada generosidad con la que le donó a la Universidad Popular del Cesar el lote en donde se edificó su sede principal. Gracias a él el Alma Máter y con ella el cuerpo docente, la plantilla administrativa, directivos y estudiantes cuentan con sus propias instalaciones.
Don Julio Villazón hizo parte, en representación del gremio de los ingenieros, de esa pléyade de personajes, entre quienes se contaban entre otros el exgobernador Pepe Castro, el exministro Crispín Villazón y el excontralor general Anibal Martínez, del Comité central pro Departamento del Cesar, que hizo posible su constitución como tal merced a la Ley 25 del 21 de junio de 1967 promovida por el entonces Senador y exministro de Estado José Antonio Murgas.
Don Julio Villazón fue en vida ejemplar y ejemplarizante, la que compartió hasta el fin de sus días con su inseparable e infaltable Doris, un referente para las nuevas generaciones por su probidad, altruismo y vocación de servicio. Ello le valió el reconocimiento por parte de la Cámara de Comercio de Valledupar al instituir el Premio al Mérito empresarial Julio Villazón Baquero con el cual se galardona cada año a empresarios destacados, que ya va en su décima edición.
En noviembre pasado, con las limitaciones propias de los tiempos de la pandemia, tuvo lugar el acto solemne en el cual se hizo entrega de dicho Premio a los empresarios que se destacaron durante 2020. Con ocasión del mismo, el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Valledupar José Luis Urón, además de resaltar “la pujanza de Julio Villazón Baquero” dijo de él que su vida “ha trascendido y le esperan muchos reconocimientos, mucha lealtad del pueblo vallenato que tanto le debe y porque parte del desarrollo él nos lo enseñó” e inculcó. Nada más cierto.
Además del profesional de la ingeniería, del líder cívico y gremial, caracterizado por su probidad, transparencia y don de gentes, en Don Julio Villazón concurría también el afectuoso esposo y padre de familia, quienes hasta el final de sus días fueron su dulce compañía. Me vi prendado por su gran amistad, lo cual fue para mí muy honroso y gratificante, tuve además el privilegio de recibir de él sus valiosos y autorizados conceptos y consejos, los cuales, a no dudarlo, me han sido y me seguirán siendo de gran utilidad. Esta es una dura prueba para su esposa Doris y sus hijos Elvira Elena, María Doris, Delfina María, Julio Cesar y María Cristina Villazón Castro y para todos quienes lo admiramos. Nos reconforta saber que, como afirma el Papa Francisco, “la muerte no tiene la última palabra”, pues quien cree en Dios no morirá para siempre.