Por Nicanor Escudero Fuentes
El sofisma de distracción es un discurso construido bajo hipótesis muy débiles y en la mayoría de los casos, levantada sobre hipótesis falsas que pretenden levantar cortinas de humo con la intencionalidad de engañar a vastos sectores poblacionales; eso parece que estuviera sucediendo con la estrategia antigua de enfrentar las reales adversidades de los pobres de la Costa; es una retórica tramposa para que los ciudadanos más pobres de la región vuelvan a creer en el Estado y sus gobernantes.
Casa Grande Caribe se parece a la torre de Coltejer en Cali, construida sobre la Ciénaga Grande de Santa Marta; imponente construcción, pero sus verdaderos cimientos son de barro que pronto se derrumbará; lo más probable que ante el inminente fracaso de dicha propuesta 5 años más tardes o máximo 10 años, aparezca la ideología de la burguesía nacional con un nombre distinto pero los cimientos serán de barro construidos sobre tierras movedizas. Casa Grande Caribe convoca para discutir ejes temáticos tales como: la salud, nutrición, educación, agua potable y saneamiento básico y calidad del gasto público, temas que históricamente se han discutido pero las soluciones siguen aplazadas en el tiempo, pues la pobreza, la politiquería y la corrupción siguen marchando en el país y en la Costa Caribe obstruyendo el sosiego de la ciudadanía.
Los colombianos y guajiros en particular parece que tuvieran memoria de pollo, al cruzar la esquina se les olvida la historia y quienes olvidan la historia en el futuro siguen cayendo en los mismos errores, en este caso político y económico, es menester recordar que uno de los principales artífices de Casa Grande Caribe es el Banco de la República con el criterio de eliminar la pobreza; invitamos respetuosamente a la ciudadanía de hacer un abordaje crítico al libro del escritor guajiro Juan Barro Sierra, titulado: Los Pecados de la Sal, donde considera que las salinas de Manaure eran un polo de desarrollo para La Guajira y la nación; ¿Qué ha pasado? Es imperdonable olvidar que al inicio de los años 40 del siglo pasado lo que producía dicha salina se repartieron de la siguiente manera: el 98% de lo producido para el Gobierno nacional y el restante 2% para el Banco de la República; a La Guajira la excluyeron de los beneficios y la dejaron viendo un chispero, en palabras castizas la pobreza sigue su ruta campante.
La pobreza no es un problema de la Costa Caribe, es un problema mundial y como tal hay que tratarlo; mientras no se cambie el modelo excluyente de desarrollo, el cual es perverso, oligopólico y por demás inequitativo, el futuro del Caribe y del país será umbrío; no se puede continuar haciendo viejos diagnósticos, hay que plantear soluciones atrevidas y distintas para el desarrollo y que el futuro esté orientado no a las matemáticas de la economía sino a la humanización de la gente; reinventando al Estado y a los mercados globalizados para que el 40 por ciento de las utilidades se reparten ante quienes verdaderamente las requieren. La inclusión y la transformación social no es una mera retórica, requiere de una ética más que de una política; de un cambio de actitud del modo de pensar en el cual la educación jugará un papel significativo y preponderante.