Por Hernán Baquero Bracho
La Guajira cuenta con 104.963 hectáreas óptimas para la agricultura y desde el año 2000 el área sembrada correspondía a 33.219 hectáreas, localizada en su mayoría en el 90%, en la zona sur del Departamento, comenzó la caída de este sector tan importante para la economía guajira. Hoy da grima que no llegamos ni a las 10 mil hectáreas sembradas, lo que ha originado un decrecimiento alarmante, preocupante y que ha afectado de manera significativa, por un lado, la generación de empleos y, por el otro lado, el PIB departamental, lo que coloca a la península en una zona de emergencia a nivel nacional. Si no se produce comida suficiente, si no se generan empleos directos por el sector agrícola, quiere decir que no somos autosuficientes para nuestra sostenibilidad y por ende nos toca importar desde la misma Colombia, la cadena alimenticia que en el pasado producíamos.
Aunque La Guajira es una de las regiones que presenta un alto potencial para el desarrollo del sector agrícola, gracias a sus condiciones climatológicas y a sus ventajas comparativas como la cercanía a los puertos permitiendo una visión exportadora a los países de la Cuenca del Caribe, se merece un escaso nivel de cultivos tecnificados con excepción de los que se generan en la llamada Troncal del Caribe, en Riohacha y en el municipio de Dibulla, que hoy se puede considerar una zona verde de alta tecnología para el desarrollo de la agroindustria en nuestro Departamento. Pero el bajo grado de investigación por parte de la misma Secretaría de Desarrollo Económico del Departamento y de las entidades a nivel central que operan en la península se genera esta insuficiencia de tecnificación en los diferentes cultivos que son fortalezas en el desarrollo agrícola. El otro factor es el bajo rendimiento real de los cultivos y un alto porcentaje de pérdidas poscosecha del orden del 40%, que se genera al no disponer el mismo Departamento unas alianzas estratégicas fuertes, seguras y confiables y al mismo tiempo un clúster de alta gama sobre todo en la zona sur de La Guajira, lo que mantiene al sector en un atraso constante en el ámbito nacional.
Además de la visión cortoplacista de los pocos empresarios agrícolas y a la falta de una política clara departamental para el sector dan como resultado una economía agrícola deprimida enfocada a la producción de unas pocas variedades tales como arroz, plátano, yuca y tomate, salvándose únicamente los cultivos de palma de aceite y de banano orgánico que se están desarrollando con tecnología de punta en esta zona verde comprendida entre Riohacha y Dibulla. La comercialización de los productos es otra de las variables de mayor debilidad que se presenta en toda la península debido especialmente a una falta de cohesión entre alianzas productivas del nivel nacional entrelazadas con el nivel departamental.
El Gobierno nacional, a través del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, inició e implementó con organizaciones internacionales no gubernamentales, un plan de acción para disminuir la desnutrición alarmante que ha afectado a La Guajira en los últimos años como fue el programa ‘Casas Mallas’, de las cuales se establecieron 1.100 en todo el Departamento a un costo promedio de 16 a 18 millones de pesos para una inversión estimada de $17 mil millones de pesos y fue un fracaso total. Pareciera que este programa no fue bien planificado y analizado de acuerdo al clima que impera en la península.
¿Qué hacer? Ampliar a través de una política integral la capacidad de generación, transferencia y la adopción de tecnologías que promuevan la modernización del sector, fortalezcan sus ventajas competitivas, comparativas y contribuyan al logro de la sostenibilidad en la producción.
El sentido de apoyo a la agricultura es fortalecer la capacidad y autonomía del sistema productivo que es casi nulo en el Departamento, para responder a las necesidades alimentarias de la población e incorporar medidas que compensen las inequidades existentes en el mercado nacional e internacional. Para ello hay que destinar recursos públicos al impulso y recuperación de la agricultura, buscando vincular productos y actividades que garanticen el mayor impacto en la generación de empleo. Se necesita con urgencia una política pública para la implementación de la energía rural que en zonas como en el cono sur de La Guajira, de implementarlas volvería a convertirse en un área de influencia en la producción alimentaria para todo el Departamento. De igual manera construir los distritos de riego del Ranchería y de San Juan del Cesar, lo que habilitaría 18.536 hectáreas para volvernos productivos y competitivos y autoabastecernos en esa cadena alimenticia.
Finalmente ampliar la superficie sembrada por lo menos a 60 mil hectáreas de cultivos tecnificados en cacao, yuca, café, palma de aceite, banano orgánico y fruticultura en diferentes órdenes.