Por Hernán Baquero Bracho
En mi anterior columna, que traté sobre el panorama sombrío de La Guajira, me quedé corto en lo que viene, donde el futuro de nuestro Departamento es bastante oscuro. Iniciando que a la nueva gobernadora encargada, la amiga Tania Buitrago González, le va tocar bailar con la más fea. El panorama financiero es bien oscuro, por un lado lo más seguro es que tendrá que declararse en quiebra por insolvencia en las cuentas por pagar, lo que obligaría a La Guajira a la entrada en la ley de quiebras o Ley 550. Por otro lado están los embargos por cuenta de la Universidad de La Guajira, donde los recursos que entran como propios están totalmente comprometidos con el claustro universitario, como estos recursos no son suficientes por la cuantía del embargo, están acudiendo a otras cuentas que son inembargables.
El Índice Departamental de Competitividad (IDC) que acaba de ser publicado, mantiene a La Guajira en el puesto 24 de 26 departamentos incluidos en la medición. Increíble, no hemos mejorado. Si no tenemos una competitividad acorde con las variables de producción: ¿Cómo va a crecer la península como por ejemplo en el sector productivo de la agricultura y la ganadería? ¿Dónde está el emprendimiento? Así de esta manera, La Guajira será cada día un Departamento muy pobre, donde sus riquezas se volatilizaron y pareciera que estuviéramos viviendo la época de la Comisaría y la Intendencia. ¿Y qué decir de la industria? Ahí continuamos en cero.
El futuro de La Guajira no solo está en lo que está sucediendo, sino en lo que viene con sus recursos naturales, que han sido su fortaleza para bien o para desdicha. Mis queridos lectores el último balance de la Upme –Unidad de Planeación Minero Energética– de lo que es el Balance del Gas Natural en Colombia para el período 2016 – 2025, La Guajira con Chuchupa producía en el año 2005, 5.500 millones de pies cúbico diarios de gas y hoy produce, el mismo pozo, 1.500 millones de metros cúbicos diarios de gas y cuando llegue la producción a 1.300 millones de metros cúbicos, cosa que está muy cerca, Chevron le entrega Chuchupa a Ecopetrol. Solo nos salva que los recientes hallazgos, especialmente el campo Molusco, sean promisorios como el de Chuchupa en producción. De lo contrario la desolación será total para La Guajira, no solo en regalías sino en el mismo consumo interno.
Y para terminar, Carbones del Cerrejón ha contemplado el Plan de Cierre de la Mina (PCM), que se inició en un plan preliminar de cierra en el año 2016 y que va dirigido en tres dimensiones: física, con la infraestructura e instalaciones; social, partes afectadas e interesadas; y biológica, correspondiente a la fauna, flora y agua superficial. Este plan de cierre puede terminar de 15 a 10 años en un borrador, de 10 a 5 años detallados y de 5 a 0 años final. Esto contempla el panorama más sombrío para La Guajira, cuando llegue el año 2030 y finalice la operación minera en el año 2034. Adiós regalías por carbón y más de 10 mil familias serán afectadas por el cierra de la mina.
¿Cómo prepararnos para esta debacle? Necesitamos que la Universidad de La Guajira, la Cámara de Comercio que lidera al sector gremial, el Sena, los intelectuales –que en esta parte del país, siempre son tratados como loquitos, debido a la inversión de valores– el gremio organizado de Maicao, la clase dirigente que ha dado tantos saltos al vacío, depongan sus intereses personales por el bien de nuestro Departamento y la academia en sí le apliquemos sinergia y reingeniería a todos los procesos, para encausar a la península por una nueva ruta y un nuevo norte.
El turismo, la producción agrícola y ganadera, la energía eólica, la represa del Ranchería y sus distritos de riego deben ser las nuevas brújulas para llevar al Departamento a puerto seguro.