Si bien se reconoce que esta es una lucha de poder político que tiene que ver con las elecciones regionales que se celebrarán en el mes de octubre de este año, debe primar por parte de los partidos avalar a quienes realmente cuenten con todas las condiciones para dirigir los destinos de La Guajira, en estos nueves meses que restan del actual periodo de gobierno.
Nada le haría más daño al Departamento que el nuevo mandatario no responda a las expectativas de toda una comunidad, que siguen reclamando una mejor calidad de vida.
Si bien es un periodo muy corto de administración, es mucho lo que se puede avanzar en el cumplimiento de un programa de gobierno que responde a unos encuentros con las comunidades, con unos objetivos claros que se deben alcanzar en un periodo de tiempo.
Este nuevo episodio que tiene intranquilo a más de uno, debe terminar generando esa paz política que se necesita para que no se desvíe la mirada y el nuevo mandatario tenga claro que debe gobernar para todos y no para determinados grupos de poder.
Debe llegar con la claridad suficiente para liderar con todo rigor el nuevo proceso electoral, demostrando que es prenda de garantía para todos los candidatos, para lograr unas elecciones seguras y promoviendo siempre el voto libre y espontaneo.
El nuevo gobernador de La Guajira asume una enorme responsabilidad con la comunidad y se esperaría una administración eficiente y transparente, dándole continuidad a los programas y proyectos que se vienen ejecutando actualmente con la debida vigilancia, para lograr que se cumpla al pie de la letra el contrato suscrito.
Hay mucho por trabajar en La Guajira, por eso el llamado a que los partidos de la Unidad Nacional y Conservador tengan el suficiente criterio para conformar una terna de lujo, que cualquiera que escoja el presidente de los colombianos responda con seriedad y honestidad a los intereses de la comunidad.