La vida en general está colmada de peligro y los seres humanos seremos víctimas de nuestra destrucción, impulsada por avaricia y ambiciones, engendrando intereses de riquezas y ganancias, en pesca y caza, de oportunidades. Así gira la cultura política del capitalismo que predomina en todos los campos y círculos de negocios mundial. Es inentendible que lo material aplaste consideraciones y dignidad humana. La humildad la opaca el avasallamiento.
Se valora a las personas por lo que tienen y poseen, no por condiciones y calidades especiales. Lo material incluyendo el cuerpo humano, es perecedero y terminan en despojos y basuras. Estas inconsistencias tienen en despelote la salud, manipulada y manejada en negocios mercantilista.
El coronavirus es una pandemia, cuyo manejo por las autoridades de salud y administrativas han sido desacertados, represivos y confinatorios, adoleciendo de precisiones informativas en precarias atenciones, pero ha servido de trampolín para la competencia de explotación económica, de los carteles farmacéuticos, que andan a toda carrera, improvisando vacunas para aplicarlas sin garantías de efectividad. Lo que están vendiendo por vacuna, aún están en fases de ensayos. Utilizarán de experimentos a los primeros que se la apliquen (adultos mayores y personal de salud). El negocio de farmacéutica no es sanar, ni curar, sino paliar mejoras, transformando la salud de los seres humanos, en fuente de rentabilidad económica, aseguradas en presupuestos y disponibilidad, privadas y públicas, a cargo de mandatarios de turnos, que deben velar por sanidad de gobernados. El Covid, buscan frenarlos con restricciones, alcohol, tapaboca, distanciamientos y lavado de manos, hasta cuando finiquite o muera. La impreparación y desatención de contaminados en manejos de pandemia, ha sido palpable en asuntos específicos. Lo que viene en relación con el plan o programa de vacunación, a toda prisa, sin experiencias y pocas inducciones, a los operadores encargados de aplicar la vacuna, no deja de ser preocupante, sobre todo porque aún no han materializado convocatorias para seleccionar y orientar a los operadores en lo relativo a la vacuna Pfizer, negociadas por el gobierno de Colombia, pero que requiere de procedimientos de protocolos desconocidos, cuyo producto (vacuna) debe mantenerse a 76° bajo cero. Es necesario prever errores y fracasos, con consecuencias peores que el contagio que nos afecta.
Considero que la ciencia médica y los científicos, están quedando en el vacío o limbo. Es decir, mal parados frente a los daños humanos, sin alternativas de prevención y control. Han fracasado en inmunidades y defensa, para contrarrestar el avance del Covid, aunque se resistan aceptarlo, amañando la desinformación e induciendo miedo, nos lleva y tienen atolondrados, en zozobra y desatinados. Se ha perdido la confianza y credibilidad, en las autoridades en la salud, partiendo de la OMD en las Naciones Unidas, colocándose en favor de productores y comercializadores de drogas y elementos hospitalarios.
El negocio de la salud gira en cadenas, plataformas y conexiones, clientelistas e intermediarios. La matriz productora irriga comisiones por consumos, de productos de salud patentizados. Los precios se manejan de acuerdo con la oportunidad de la ocasión, de ahí que al farmacéutico no le sirva prevenir mucho las tenderetas de contagiados que conllevan a la muerte, para forzar a mandatarios sobre el negocio vital de consumo que se logra desatándola, sin importar quién o quienes sean las víctimas de la tragedias y catástrofe que vivimos.
La salud está atrapada y secuestrada por mafias que se lucran en pirámides y extensiones monopolizando y controlando el uso y venta de productos. Quienes no se alinien a directrices comerciales, lo quiebran o apartan. Las relaciones de operaciones y mandos son estructurales y confidenciales en ventas y aplicaciones de vacunas. Muchos médicos aun cuando no comparten el régimen impositivo, le toca contra la voluntad, cumplirlo por conservar el trabajo, fiscalizado y controlado, con auditoría de observaciones, para probar si cumple con las tareas trazadas, en términos fijados. De esa manera los médicos han perdido la libertad de ejercer la profesión de manera honesta y de buena fe, tocándole esclavizarse en un servicio imprescindible, frente a una lógica inconsecuente que ni siquiera conocen, los inocentes pacientes, que son y seguirán siendo víctimas de los desmedros y abusos con la humanidad, con la venia de gobernantes que toleran los dominios preferenciales y se hacen los locos en prácticas de corrupción. Antes de concluir el presente año (2021), conoceremos el éxito o fracaso de las vacunas, con todos los despelotes, que le esperan. “Amanecerá y veremos”.