Ya estamos prácticamente finalizando este complicado 2020, para muchos será recordado como un año supremamente difícil y arduo, el famoso científico del siglo XX Albert Einstein decía que “las crisis eran necesarias para las sociedades”, porque era precisamente ahí donde ellas se fortalecían y realizaban cambios de cara a un mejor futuro. A decir verdad existen varias formas, visiones o puntos de vistas sobre todo lo ocurrido en este año, la visión de quienes piensan que fue el peor de los años, la visión de quienes están convencidos que fue de mucho aprendizaje y la visión de quienes creen que fue bueno, pero lo que más me ha quedado claro sobre todo lo ocurrido es que un día te levantas pensando en hacer una cosa y Dios tiene preparada para ti otra.
Particularmente creo que fue un gran año porque nos enseñó mucho, aprendimos a valorar muchas cosas que antes para nosotros eran poco importantes, pensábamos que planificar nuestro futuro era el mecanismo más efectivo para pronosticar nuestro destino, pero nos equivocamos otra vez, muchos perdieron a sus seres queridos, otros financieramente colapsaron, pocos generaron riquezas, pero sobre todo, afectó a millones de personas en el mundo, y más a nosotros aquí en La Guajira, un departamento caracterizado por vivir históricamente en la pobreza, fue un año muy duro, tal vez si no hubiera sido así las enseñanzas no hubiesen fundado en nosotros toda esta amplia comprensión de diversas vivencias que nos dejó el 2020.
Las cifras económicas de este año que serán conocidas a finales de diciembre o comienzos de enero seguramente serán las peores en décadas, por eso para muchos la esperanza o expectativa está un poco tergiversada sobre lo que podría llegar a pasar en el 2021, lo cierto de momento es que tenemos aún la conservación de la vida y francamente pienso que eso es lo primordial, los tiempos malos no son eternos, un lema de sabiduría popular reza que “no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista”, haciendo alusión a este coloquial dicho hacemos referencia a que los malos tiempos no pueden ser superiores a nuestras nobles intenciones.
A las crisis no hay que mirarlas con desdicha, ellas son necesarias, nos hacen fuertes ¿Qué sería del ser humano o de la sociedad que nos rodea si no existieran las crisis? ¿Seriamos tal vez igual de fuertes como lo somos hoy en día? Particularmente creo que no, ellas son necesarias.
En octubre de 1929, la economía estadounidense se quebró produciendo una crisis sin precedentes, lo que posteriormente se llamó ‘La gran Depresión’, En 1986 la caída de la económica española, la crisis del petróleo en 1973, a mediados de los 80 en que se vivía un periodo de presunta prosperidad económica en España, con la bajada de los precios del petróleo y la devaluación del dólar, una inesperada caída de la bolsa en Nueva York en 1987, el llamado ‘Lunes Negro’ parecía anteceder una debacle, con reminiscencias a la crisis bursátil de 1929, todo esto sumado a la crisis de burbuja inmobiliaria en 2009.
Otra gran enfermedad en el siglo VI después de Cristo en el imperio de Justiano, a esta epidemia se le atribuye el derrumbe definitivo del Imperio Romano por la devastación que causó, la capital de dicho imperio, perdió en unas pocas semanas entre 50% y 60% de sus 500 mil habitantes. Se calcula que unas 5.000 personas morían cada día.
La peste negra del siglo XIV fue otra de las pandemias que ocasionó una crisis económica, fueron 75 millones de personas las que murieron por la enfermedad entre 1331 y 1353, la falta de mano de obra ocasionada por la epidemia causó revueltas de los campesinos por toda Europa, exigían mejores salarios a los señores feudales, la más conocida de ellas fue el Gran levantamiento de 1381 en Inglaterra, este tipo de concentraciones hicieron que se aboliera el régimen de esclavitud de la Edad Media, los propietarios de grandes tierras estaban desesperados por encontrar trabajadores que labraran y cultivaran sus campos, oferta y demanda, la epidemia redujo la oferta de mano de obra entre 25% y 40%, lo que repercutió en que los salarios entre las clases pobres crecieran 100%, esto se tradujo en menos horas de trabajo y libertad para elegir a quien servir.
La gran peste de Milán, entre 1629 y 1631, fue otra de las enfermedades que reconfiguró la economía, la enfermedad afectó a Lombardía y Nápoles, principalmente, donde falleció una de cada tres personas, la epidemia causó una gran pérdida de trabajadores y el alza de los salarios, lo que hizo que la industria textil italiana fuera menos competitiva frente a los demás estados europeos.
Existe un mínimo común entre lo que ocurrió en aquel entonces y lo que somos en la actualidad, cada vez estamos más preparados, cada vez las crisis nos impactan con menor severidad, después de cada cambio salimos más fortalecidos, entonces podemos concluir que las crisis son necesarias, los que estamos con vida podemos consideramos privilegiados.