La violencia contra las mujeres y niñas se ha convertido una pandemia mundial y ojalá no se asemeje a un fenómeno más violento de uno de los tantos que hoy azotan a las regiones del país, así como es también un agravio moral para todas ellas, un motivo de vergüenza para nuestra sociedad y un obstáculo importante para el desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible, es síntoma de una profunda falta de respeto contra todo.
En Colombia, según la Fiscalía General de La Nación, hay aumento superior al 21% en el primer semestre de 2020 comparado con igual periodo del año pasado respecto del esclarecimiento de feminicidios registrados en el país. De acuerdo con el reporte de la entidad, mientras en el periodo enero – junio de 2019 se logró esclarecer el 72,87 de los feminicidios, en el mismo lapso de este año la cifra llegó a 93,9%. La Fiscalía, sin embargo, explicó que entre 2019 y 2020 el delito de feminicidio registra una disminución del 40%.
Pese a algunos avances hacia la paridad de género en ciertas áreas, como la educación y la representación política, persisten muchos retos. El ritmo en la reducción de la desigualdad es inaceptablemente lento, por ejemplo, las mujeres siguen ganando menos que los hombres y se enfrentan a problemas en el acceso a servicios de salud esenciales, en particular la atención sanitaria en materia sexual y reproductiva, seguimos siendo un país, una región de machistas, debemos dar el paso definitivo en la defensa del ser que nos dio la vida, sin ellas no fuésemos nadie.
En 2020, entre el primero de enero y el 31 de octubre, 209 mujeres y niñas fueron asesinadas en Colombia, por su condición de género, cifra que avergüenza que nos muestra una interrogación hacia los organismos responsables de hacer valer los derechos de la mujer, de su protección y defensa. Muchos Observatorios de Feminicidio han documentado la violencia machista que se ejerce en contra ellas, los antecedentes de cada caso y la afectación que estos crímenes dejaron en sus familias, amigos y sociedad en general.
Los expertos aseguran que, si bien algunos movimientos han roto el silencio y demostrado que la violencia contra las mujeres, las niñas y las adolescentes está sucediendo en nuestras comunidades, incluyendo las indígenas, no han sido seguidos de las reformas adecuadas de las leyes y las políticas, ni han producido los resultados necesarios y cambios en la vida cotidiana de las mujeres.
Neilys Salas fue una menor de 12 años que estaba desaparecida desde el sábado 14 de noviembre, fue hallada por vecinos en una fosa en el resguardo Caicemapa, zona rural del municipio Distracción en el Sur de La Guajira, también en Maicao, San Juan, Dibulla, Uribia, Riohacha, Manaure, Albania, son municipios donde se han registrado casos de feminicidios, según estadísticas es casi el 50% de los municipios de todo el Departamento, lo que debe prender las alertas en las autoridades y en nuestra sociedad; hay que fortalecer el sistema educativo, rescatar valores, ser más incluyentes, trabajar en disminuir la pobreza extrema y caminar en el sendero de brindar una mejor calidad de vida.
En esta pandemia, la violencia de género ha incluido nuevas formas, entre ellas, la que se produce digitalmente, que sigue sin ser castigada en Colombia. Como tales, las regiones deben cumplir con sus obligaciones nacionales y regionales en términos de su debida diligencia para investigar, identificar a los responsables y responsabilizarlos, pidiendo también una mayor cooperación entre los mecanismos necesarios para frenar este fenómeno atroz.
A julio de 2020, el Observatorio de Feminicidios detalló sobre los 54 feminicidios, según seguimiento que hizo a medios, en junio de este año que se produjeron en 18 de los 32 departamentos del país. “Valle del Cauca registró (11), Antioquia con (10), Cauca, Huila y Bogotá (4), Norte de Santander, Magdalena, Atlántico y Córdoba (3). Con igual número de registros (1) los departamentos de Tolima, Sucre, Santander, La Guajira, Bolívar, Caldas y Cesar”, indicó.
Hay que exhortar a una mayor coordinación entre la Policía y el sistema judicial, al Icbf, Comisarías de Familia, Defensoría del Pueblo, así como los servicios sociales y de salud, y la importancia de involucrar a los hombres en la solución, incluso a través de la educación temprana y en los programas de alfabetización entre otros.
Tras el impacto de este fenómeno, ha quedado claro que la sociedad precisa un cambio, que las mujeres y los hombres se tienen que esforzar para alcanzar la igualdad que las mujeres de todo el mundo se merecen, es obligatorio y necesario trabajar sobre la igualdad, es una necesidad vital del alma humana, la misma cantidad de respeto y de atención se debe a todo ser humano.
Todos los hombres deberíamos ser unos abanderados en la defensa de las mujeres ser más feministas, si más hombres se preocuparan más por los derechos de las mujeres, el mundo será un mejor lugar, somos mejores cuando las mujeres están empoderadas, esto conlleva a una mejor sociedad.
Estas líneas son un homenaje a las víctimas que no son solo una cifra, cada una tiene un rostro y un nombre, Neilys Salas hoy es uno de ellos, no permitamos que esto ocurra, ¡más nunca! La desigualdad entre hombres y mujeres no es nada nuevo, como tampoco lo es la lucha contra esta desigualdad.