Así se titula un revelador documental lanzado en 2018, y que se emite a través de Netflix, a propósito de la investigación que realizara un grupo de científicos, con el propósito de conocer la real dimensión del inmenso daño que sufren los océanos con las basuras y residuos de plástico que llegan hasta allí, causando irreparables perjuicios a la fauna y flora marina. En ese año justamente, la más grande discusión mundial, se centró justamente sobre el grave problema mundial de la contaminación.
El microplástico, es el plástico descompuesto en partículas diminutas que no superan los 5 milímetros de tamaño y, además de ser imperceptibles al ojo humano, se escapan de las redes que recogen material contaminante del océano. Es así, como estos pequeños pedazos, terminan siendo consumidos por peces y aves, los cuales mueren como consecuencia de la imposibilidad de digerir el material contaminante, con sus vientres inexplicablemente abultados, y van a parar a cualquier playa del mundo, agonizantes sin quien las pueda salvar.
Durante este cortometraje, se recorren diversos escenarios a lo largo y ancho del planeta, evidenciando la gravedad de la situación, siendo las aves y peces, las inocentes víctimas de esta masacre silente.
Por otra parte, National Geographic, también emitió un programa dedicado a evidenciar el gran problema de contaminación debido a la utilización indiscriminada de plástico y la irresponsabilidad colectiva en el proceso de disposición final del mismo. Cada vez más, la comunidad internacional es consciente de la urgente necesidad de disminuir e incluso erradicar el consumo de los productos envueltos en plástico. Es así como la Unión Europea se encuentra ad portas de prohibir la fabricación de plásticos de un solo uso, mientras que en variados puntos del planeta, los movimientos ambientalistas se apersonan con más fuerza del discurso del consumo responsable, posicionándolo a través de las redes sociales, llamando a la colectividad a la reflexión y al respeto por nuestro entorno.
Desde hace varias décadas, el planeta nos emite mensajes de alerta sobre las consecuencias del sistemático abuso como habitantes de esta majestuosa y también delicada aldea global llamada Tierra. La emisión de gases de efecto invernadero, la tala de árboles, la caza indiscriminada de especies, el consumo masivo de productos no biodegradables, la sobreproducción de alimentos, modificación genética de animales y plantas para el consumo humano, vertimiento de sustancias nocivas en mares, ríos y humedales, uso y abuso de la tierra para fines agrícolas o de construcción, entre otras acciones, han generado como consecuencia, la afectación del clima, extinción de especies y pérdida progresiva de la flora. Los fenómenos climáticos son cada vez más agresivos, como si de esta manera el planeta gritara que le estamos causando un daño irreparable y que al final, esto resultará dañándonos a nosotros mismos como está sucediendo.
Los seres humanos estamos llamados a replantear nuestra relación con el medio ambiente, y en ello, las pequeñas acciones son fundamentales, pues al sumarse cada vez más personas esto en alguna medida impactará de forma si no positiva, al menos paliativa del inmenso perjuicio que a lo largo de nuestro paso por el mundo, como especie dominante, le hemos causado. Ello no da espera, pues se trata de nuestro hábitat colectivo y de parte del legado que le estamos dejando a las presentes y futuras generaciones, quienes han de recibir lo que atesoramos o lo que destruimos paulatinamente por nuestra inconciencia. Aún hay tiempo para reescribir esta historia y por ellos, vale la pena hacerlo desde ya.