Por Rodrigo Daza Cárdenas
No quiero defender ni echarles culpas a los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, ambos de 8 años, pero la situación crítica de la IV República de Venezuela, o sea antes de Chávez, es la misma de Colombia hoy en cuanto a indicadores sociales, de participación política, de transparencia democrática y de valores éticos y morales en sus líderes, en sus gobiernos y sus funcionarios.
Al hacer esta columna no voy a referirme a esas condiciones de Gobierno y Estado, de entonces allá y de ahora aquí. Quiero concentrar mi punto de vista es sobre la relación que permanentemente viven haciendo muchos líderes políticos, periodistas y generadores de opinión del orden nacional sobre las causas que llevaron a Chávez a ser presidente de Venezuela y a la actual situación del gobierno Santos con el fardo a cuestas del proceso de paz. Obviamente, la mía es otra opinión más y no es, de lejos, la verdad revelada y además advierto que no soy chavista.
De los que han hecho, algunos comentarios u opiniones son verdaderos análisis. Muchos de intelectualidad política pura, y otros contienen intelectualidad política pero están contaminados por el morbo ideológico. Otros sí son verdaderos sesgos fanáticos, y en algunos casos, son propalación de mentiras con intereses de baja ralea que suplen a la intelectualidad política y terminan en “calumnia, calumnia que de la calumnia algo queda”.
Chávez, incluso después de haber intentado un golpe de Estado, fue indultado por un presidente democrático, miembro de uno de los partidos tradicionales de Venezuela. Luego de ese indulto llega a la arena política y arrasa con los candidatos de los partidos tradicionales y las maquinarias del poder en ese país y es elegido presidente. Y no lo hizo, como muchos dicen aquí en Colombia, o no han demostrado que haya sido con plata de narcotráfico, de guerrillas o con plata de corrupción, ni fue financiado por los “cacaos” venezolanos o por empresas extranjeras. Lo eligió el pueblo, voto a voto. ¿Y qué condujo al pueblo a tomar esta decisión? La corrupción rampante de ese momento y la hegemonía en el poder de élites políticas y de partidos tradicionales. Hago esta precisión: Me estoy refiriendo es al estado de cosas de ese momento; no estoy haciendo alusión al estado de cosas de hoy. Entonces, siendo así, debemos inferir que el pueblo reaccionó llevado por el descarado manejo que generaba cada día más empobrecimiento para la mayoría y más enriquecimiento para las minorías; por las escasas oportunidades políticas de líderes populares que cada día sentían más opresión, veían menos posible su desarrollo humano y no tenían ningún espacio para orientar inversiones sociales y canalizar beneficios para subyugar la pobreza multidimensional que campeaba en todas esas infrahumanas localidades tipo Petare; por el perverso accionar de los líderes de las élites políticas y económicas enceguecidos por la abundancia y atragantados por la avaricia. ¡Eso llevó a Chávez al poder!
Hoy en Colombia, varios jefes y líderes de algunos partidos políticos interesados en llegar al poder en el 2018 se han encontrado el filón del desprestigio y están empeñados en hacer creer con sus conceptos y comentarios que estamos ad portas del castrochavismo; si existe esta posibilidad pienso que no es porque las Farc se hayan desmovilizado y se hayan pactado acuerdos para su reintegración a la vida civil, política, democrática, social y económica del país. Creo que si muchos están avizorando las causas de un triunfo electoral de ese nuevo partido político, es por las funestas condiciones políticas, éticas y morales en que se debate la sociedad colombiana, sus partidos políticos y el Congreso Nacional; y es porque están todos o casi todos los elementos que llevaron al pueblo venezolano a votar por Chávez. Por lo tanto, no nos vengan con cuentos o mentiras “que ya las Farc ganó las elecciones y que se les entregó el país”. Y a pesar de todas las mentiras de Santos, no son esas las causas para que triunfen en las elecciones. Las causas son las lesivas ambiciones de poder, la polarización creada por caudillos y apañada por áulicos; las impúdicas concertaciones con mafiosos, paramilitares y narcotraficantes para ganar elecciones y “hacerse al mando”; las malsanas concesiones que se han hecho para recibir y devolver favores de toda calaña. Esas alianzas y comportamientos criminales y la corrupción si son causas primarias de este descalabro político y moral en que estamos y que ha ido agudizando la pobreza y la indigencia porque los dineros para la inversión social y la eliminación de las causas profundas de nuestras calamitosas condiciones humanitarias, han sido tomados para comprarle la conciencia y la decisión a ese mismo pueblo que ahora están ahorcando. Las causas reales son las que hoy tenemos aquí y que tenían los venezolanos cuando votaron por Chávez.
Esa es mi apreciación. Sé que vamos a derrotar a las Farc en las elecciones pero no estoy seguro que vayamos a derrotar a ese dossier de calamidades, crisis y corrupción que nos asesina.