Ahora en temporada de pandemia no contabilizo el número de vendedores de alimentos que cruzan por el frente de mi residencia cacareando cada uno de sus productos, algunos ponen a prueba los decibeles más altos de su micrófono natural (la voz), otros utilizan los escandalosas megáfonos, en temporada de rebusque cada quien hace su agosto y ellos muy acuciosos en carretillas, motocarros o carro de mulas, llevan a todos los barrios: tubérculos, verduras, frutas hasta con benéficas promociones.
Me llama la atención que entre ellos no falta el más adelantado que utilice un remoquete de promoción para convencer al comprador, patilla para los riñones, limón y naranja para prevenir la gripa, el ajo y el jengibre para tratar el coronavirus y hasta la piña para las niñas y uno de ellos me inquietó cuando ofrecía aguacate para bajar el colesterol.
Motivado por esta propaganda callejera quise profundizar en este alimento que su cosecha hoy día es durante todo el año, en otros tiempos tenía su temporada, y solamente se producía en la Sierras siendo famosos los aguacates de Villanueva que se cosechaban en el Cerro Pintao, los de Caracolí Sabanas de Manuela, los del Machín en el Cerro da Agua Fría, recordando entre otros, hoy nos llega aguacate de todas partes del país y de muchas variedades.
En verdad, el aguacate (Persea americana Mill), es un fruto exótico carnoso que se obtiene del árbol tropical del mismo nombre. En algunas partes de América del Sur se conoce como Palta. Presenta unas dimensiones de 5-6 cm de longitud. El peso normal oscila entre 200-400 g, aunque pueden encontrarse piezas de hasta 2 kg de peso. La corteza es gruesa y dura de color verde cuyo tono depende de la variedad. La pulpa es aceitosa de color crema a verde amarillento, con un sabor similar a la nuez. Posee una única semilla redondeada de color pardo claro y 2-4 cm.
Su origen se sitúa en Centroamérica, en las zonas de México, Guatemala y las Antillas. El nombre deriva del azteca ahuacatl, que significa “testículo”, seguramente debido a su forma, y de ahí su fama como afrodisíaco.
Entre sus propiedades nutritivas los estudios adelantados confirman que este fruto se caracteriza por un elevado porcentaje de grasa. Es muy energético y se desaconseja su uso al final de las comidas. Concretamente, 100 g de este producto aportan entre 128 y 233 cal. Es una fruta muy rica en minerales, principalmente potasio, hierro y fósforo.
El aguacate es una fruta muy baja en hidratos de carbono, no llega ni a 2 gramos por cada 100, cuando por ejemplo una manzana llega a 14 gramos. Sin embargo, es llamado la “mantequilla vegetal” por ser muy rico, como se indicó anteriormente, en grasa. Pero esta grasa se trata de una grasa saludable, vegetal, insaturada y sin colesterol.
Su aporte en ácido oleico ejerce efectos cardiovasculares beneficiosos, disminuyendo los niveles de colesterol plasmático. Contiene una cantidad importante de minerales y vitaminas, necesarios para el correcto funcionamiento del organismo. También contiene ácido fólico, bastante recomendado para evitar malformaciones durante el embarazo.
También contiene vitaminas de los grupos A, C, D, K y B. Esto hace que sea un buen antioxidante por su contenido en vitaminas C y E, que además resultan fundamentales para los niveles neurológicos del organismo y para la salud cardiovascular. Es beneficioso para la salud de los huesos gracias a su contenido en vitamina. Al ser rico en fibra ayuda al organismo a saciar el apetito, evitar el estreñimiento y regular los niveles de glucosa en la sangre.
El aguacate (487,00 mg) junto al tamarindo (570 mg) y el banano o guineo (450 mg) son los frutos que mayor contenido de potasio por cada 100 mg, de ahí que sea de obligatorio consumo para deportistas de alto rendimiento, por actuar a nivel muscular evitando calambres o adormecimientos de miembros superiores o inferiores.
Comer un aguacate al menos una vez al día es una vía saludable para mantener el colesterol malo bajo control. Lo asegura una investigación publicada en «Journal of the American Heart Association». Los investigadores aseguran que en las dietas para regular el corazón se deberían sustituir los ácidos grasos saturados, presentes en muchas dietas, por los insaturados del aguacate.