Por Jorge Naín Ruiz
Un pueblo rodeado de cerros, con un clima promedio de unos diez grados centígrados de temperatura, donde por sus calles camina gente tranquila y bien abrigada; el centro y zona comercial exhibe, de todas las formas y colores, una prenda de vestir que es orgullo de la región: la ruana. Todo esto contrasta con el género musical que se escucha por todas partes; parece más bien que uno se encuentra en un pueblo cualquiera de La Guajira o del Cesar; por donde quiera uno se meta suena música vallenata. Así es Nobsa, Boyacá.
Son las once de la mañana del domingo 12 de noviembre y ya en el parque principal de Nobsa hay por lo menos unos diez conjuntos vallenatos, entre niños y adultos, quienes practican en varios lugares. Mientras en la tarima hay otro grupo interpretando una puya en una de las categorías de los concursos; en las calles del pueblo no caben los vehículos, lo que indica que por estos días se vino gente de muchas partes del país. El parque principal ya está repleto de gente; unos le prestan atención al grupo de la tarima, mientras otros escuchan los ensayos y las parrandas que ya iniciaron en los kioscos de venta de licor que funcionan por estos días en el parque o en las puertas de cafeterías, restaurantes y bares del pueblo.
Este es el único festival vallenato del interior del país que ha alcanzado 33 ediciones y que implementó un concurso o categoría especial denominada acordeoneros provincianos, en la que inicialmente sólo podían participar aquellos músicos nacidos en los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Santander, pero que en este último año se cerró única y exclusivamente para los acordeoneros boyacenses.
Cuenta Gregorio Barragán, actual director ejecutivo del Festival de Nobsa, que él aprendió de vallenato en Bogotá, cuando estuvo estudiando; conoció allá a los hermanos Zuleta, que estudiaban en Tunja y parrandeaban en un negocio que se llamaba el Refugio de los Buendía. Allí nació la idea de llevar el vallenato a Nobsa, y esos personajes que lo hicieron para dejarle ese legado al pueblo fueron: Héctor Torres Alba, Luis Alejandro Vargas Cárdenas, los hermanos Luis Carlos y Guillermo Barragán, entre otros.
El director del festival dice que este evento es financiado en un ciento por ciento por la Alcaldía municipal y que alguna vez el festival dejó de hacerse por tres años, porque el alcalde de turno se negó a apoyarlos; este año simultáneamente con los concursos se dieron lo que ellos denominan las verbenas bailables, que es un evento comercial o concierto de grandes magnitudes en el que se presentaron artistas como: los hermanos Zuleta, ‘Poncho’ esta vez acompañado de su hermano Emilianito, alternado con Iván Villazón y el cierre estuvo a cargo nada menos que de ‘Beto’ Zabaleta y Silvestre Dangond, quienes deleitaron a más de diez mil personas en una noche en la que el frío de Nobsa no se sintió por el calor del vallenato y de su gente.
La categoría de acordeoneros profesionales demostró que hay una renovación total, donde Reyes de la Leyenda Vallenata como ‘Beto’ Jamaica y José María ‘Chemita’ Ramos, debieron dar paso a jóvenes como el ganador Jairo Andrés de la Ossa de Barrancabermeja y el vallenato Javier Álvarez, quien se quedó con el segundo lugar.