Probablemente en ningún otro momento de la historia de la humanidad, había cobrado tanta importancia el lavado de manos como hábito fundamental para el cuidado de nuestra salud. Aunque muchas personas crecimos sabiendo que mínimo debíamos hacerlo antes y después de comer, y antes y después de ir al baño, hoy la regularidad de esta práctica cotidiana es mucho más rigurosa tanto en periodicidad como en la técnica precisa y el tiempo que se debe emplear en la realización de esta tarea para lograr el objetivo de eliminar totalmente, partículas e impurezas que puedan llegar a poner en riesgo la salud y la vida de las personas.
Una pandemia nos ha llevado a extremar las medidas de autocuidado, enfatizando en el riesgo latente y generalizado que existe de contagio de Covid-19 por contacto con este, dado que a través de nuestras manos interactuamos con el mundo exterior, realizamos actividades continuas, abrimos puertas, asimos objetos, y en muchas ocasiones no asumimos con responsabilidad suficiente, el deber de asear nuestras manos posteriormente a la realización de múltiples tareas.
Como seres sociales por naturaleza, y especialmente por nuestros marcados patrones culturales, no estábamos preparados para aceptar que debíamos erradicar un buen apretón de manos, los cálidos abrazos, los choques de puño muy comunes entre los hombres, e incluso el recientemente innovador saludo de codos, por todos los riesgos que hacerlo implica para quienes ejercen estas comunes prácticas. En su lugar, surgieron las necesarias recomendaciones que contienen los exigentes protocolos actuales respecto de los saludos que nos llevan a aproximarnos al mejor estilo oriental con una venia reverencial inclinando ligeramente la cabeza que, en el mejor de los casos, se debe ejecutar guardando la distancia prudente del prójimo a quien saludamos.
La renuencia de muchos a aceptar disposiciones de obligatorio cumplimiento e incorporar estas prácticas en su vida cotidiana y las particularidades de la llamada “nueva normalidad”, conlleva a la generación de riesgos tan innecesarios como peligrosos para quienes desafían a la fatalidad con su comportamiento irresponsable.
Enhorabuena nace la iniciativa Mesa Wash La Guajira, en la que más de veinte organizaciones atendieron el enérgico llamado de Unicef a articular esfuerzos para sensibilizar a la población de La Guajira sobre la importancia del lavado de manos en su día mundial. Unidos en torno a este propósito, actuando bajo un esquema de trabajo colaborativo, a través de diversos canales, utilizando múltiples recursos y aprovechando los variados medios que generan las TIC para llegar a la ciudadanía, implementaron una metodología pedagógica que impulsa la adopción de este importante hábito sanitario que requiere con urgencia, seguirse posicionando como la de mayor y más reiterada práctica para la prevención y el autocuidado en medio de la agresiva pandemia que ha aquejado a la humanidad en lo que va corrido de este devastador año dos mil veinte por todas las razones que conocemos.
La inmensa capacidad que tenemos los seres humanos para adaptarnos a los cambios nos debe llevar necesariamente a la adopción de una nueva conciencia colectiva en la que no podemos escatimar esfuerzos en la ejecución de medidas continuas que minimicen e incluso erradiquen, el riesgo de contagio para nosotros y para los demás. Se trata de decisiones personales diarias que influyen de forma significativa en el bienestar común y que nos llevarán consecuencialmente a la creación tácita de un consenso colectivo sobre el importante rol que estamos llamados a asumir en esta sociedad global como agentes generadores no solo de cambios individuales, si no, de un movimiento mundial y colectivo más consciente, responsable y resiliente respecto de los grandes desafíos que estamos afrontando como humanidad, debiendo asumir el ineludible compromiso de combatir activamente un enemigo común, con el concurso de todos.