Una negociación no es algo diferente a un proceso de interacción comunicativa en el que dos o más partes intentan resolver un conflicto utilizando el diálogo y la discusión, con respeto por las diferencias, y avanzando hacia un acercamiento general mediante concesiones mutuas. Es un proceso que permite establecer acuerdos respecto a situaciones u objetos que tienen valor para las partes, siempre y cuando estas deseen mantener o continuar su relación bajo nuevas condiciones que se establezcan tras el proceso negociador.
Ese proceso de interacción comunicativa se da cuando una de las partes, actuando como emisor, envía un mensaje, a través de un canal o medio, a la otra parte receptora, de quien se espera una acción o comportamiento orientado al acercamiento para resolver las diferencias que generan el conflicto. Sin embargo, el más grande problema que se presenta frecuentemente en estas comunicaciones es que los receptores no escuchan para entender, sino que escuchan para responder de acuerdo con su posición inflexible previamente definida desde su perspectiva. Por supuesto que esa actitud no contribuye al avance en el proceso de búsqueda del acuerdo satisfactorio, especialmente cuando las partes que negocian tienen una relación de interdependencia; es decir, que para alcanzar los objetivos comunes propuestos una parte necesite del consenso de la otra.
En general, toda negociación está mediatizada por las relaciones de poder que se dan entre las partes. Un equilibrio de poder parece ser muy necesario para que se produzca una negociación abierta y fluida, aunque ese poder, que puede ser relativo y coyuntural, dependerá de la mejor alternativa a un acuerdo negociado que tenga cada una de las partes.
La interacción comunicativa para la solución del conflicto se debe caracterizar por la disposición positiva y abierta para intentar la búsqueda de alternativas, hasta llegar a una aceptable y satisfactoria para ambas partes, mediante una estrategia conciliadora y cooperativa, que pudiera expresarse mediante fórmulas y textos. Es altamente recomendable que esa interacción se dé en la mesa de negociación, con la mediación de un tercero si existe un gran distanciamiento de las posiciones de las partes. Sin dudas, en esas condiciones la mediación de la autoridad administrativa laboral del Estado puede ser la más conveniente.
Una situación de inacción, en la que se desarrolla una mínima actividad negociadora, más allá de las declaraciones en los medios de comunicación, generalmente causan la suspensión del proceso negociador y no propician el necesario buen relacionamiento entre las partes, negándose la posibilidad de explorar alternativas que permitan el consenso para el acuerdo final y prolongando la situación pierde-pierde. Esa estrategia de inacción generalmente se utiliza cuando existe un bajo interés tanto por los objetivos propios como por los ajenos.
Afortunadamente de los grandes conflictos surgen soluciones que pueden aportar beneficios que enriquecen las relaciones y sostenibilidad de una organización, evolucionando hacia una mayor madurez de los equipos de trabajo.