Los niños de la ranchería Dividivi no dejan de caminar su territorio. Cada mañana visitan el cementerio donde descansan sus ancestros, allí disfrutan del verdor de todos los árboles silvestres que crecen por las lluvias pero que en verano se marchitan por la sequía. Ellos conocen cada centímetro de su tierra, por eso les es fácil llegar a un profundo hueco donde se construirá el relleno sanitario para Riohacha.
La comunidad del Dividivi se encuentra asentada en el kilómetro 12 de la vía que comunica a Riohacha con Valledupar. Allí, Aldina Pimienta y Graciela Cotes levantaron una ranchería turística, sitio obligado a visitar para quienes de diversas partes de Colombia llegan en busca de conocer sobre la cultura wayuú.
Los turistas son atendidos por los jóvenes de la comunidad que se han interesado en el negocio de sus padres, actividad que les ha permitido también defender su cultura, por eso no entienden como a pocos metros se construirá el relleno sanitario a pesar que sus mayores se opusieron cuando el Ministerio del Interior realizaba la consulta previa requerida para la ejecución de la obra.
“Aceptar el relleno sería morirnos todos, va a ser un desastre, van a acabar con nosotros, con nuestra cultura, con nuestros niños, van a llegar cucarachas, ratas, epidemias, es un tema preocupante, Riohacha necesita el relleno sanitario, pero no violentando nuestros derechos”, expresó Graciela Cotes.
Han pasado 10 años desde que se firmó un convenio entre la Corporación Autónoma Regional de La Guajira y la Fundación Universitaria Agraria de Colombia –Uniagraria– por valor de 10 mil millones de pesos para la construcción del relleno sanitario de la capital de La Guajira. Para esa época no se contaba con el lote, razón por la cual cuando asumió como alcalde Rafael Ceballos Sierra, en el año 2011, se dio a la tarea de recuperar un espacio de terreno que se encontraba en poder de unos particulares, quienes de acuerdo al relato de la líder indígena Graciela Cotes, son de propiedad del clan Arpushana.
Graciela explicó que desafortunadamente sus abuelos permitieron el ingreso de un familiar a la comunidad que, al parecer, terminó vendiendo parte del territorio a un particular donde se pretende construir el relleno sanitario, y que el Distrito recuperó aduciendo que son de su propiedad.
“Estos terrenos son nuestros, por acá han pasado tres generaciones, algo que les recalqué a los funcionarios del Ministerio del Interior cuando llegaron a realizar la consulta previa, no son del municipio ni tampoco del particular que le compró a la administración distrital, son de nuestra propiedad, aquí nacimos, aquí están los cementerios donde reposan nuestros abuelos y nuestros padres”, reiteró la líder.
Junto a Graciela, seis comunidades más que representan alrededor de 500 familias wayuú se siguen oponiendo a la construcción del relleno sanitario, por eso no han permitido el ingreso de la firma contratista que debe ejecutar la obra, cuyo convenio podría liquidarse según lo dado a conocer por el director de Corpoguajira, Luis Medina Toro, y parte de sus recursos serían devueltos al Sistema Nacional Ambiental.
“Desde que asumí hace cuatro años el cargo me di a la tarea de reiniciar el convenio y hemos tenido dificultades porque el Distrito necesita cumplir con los compromisos de la consulta previa, y de no avanzarse en el tema, la capital de La Guajira no podrá contar a corto plazo con un relleno sanitario que cumpla con los requisitos exigidos por la norma para poder disponer adecuadamente sus residuos sólidos”, dijo el funcionario.
Espere mañana la segunda parte.