Por Álvaro López Peralta
Justo cuando se hablaba de la reactivación de todo el aparato productivo del país se suspendieron las operaciones mineras del Cerrejón, al declararse la huelga por no llegarse al acuerdo en la negociación colectiva. Ha sido un golpe duro para la endeble economía de La Guajira, que recibe en el momento menos indicado, pues aún libra su dura batalla con la emergencia sanitaria en la que aún sigue sin superar el pico de contagios con el Covid-19.
Son evidentes los efectos destructivos de esta parálisis, aunque es claro que algunos sectores están sufriendo más que otros. Los empleados directos y contratistas, los transportadores, comerciantes, y en general las comunidades, más las rentas fiscales del departamento indudablemente están entre los que más sufren. Cerrejón también sufre, a pesar de que en la coyuntura actual con menores volúmenes de exportación y bajos precios del carbón, aunado a las restricciones operacionales por demandas judiciales aún sin resolver, es probable que la parálisis le sea favorable desde la perspectiva financiera, por los menores costos fijos en que incurre. Debido a circunstancias particulares, uno de sus accionistas decidió discrecionalmente suspender sus operaciones mineras en el departamento del Cesar.
Transcurridos más de ocho días desde que inició la parálisis, luego de las respectivas autoevaluaciones y de las lecciones aprendidas, es hora de que tanto Cerrejón como Sintracarbón piensen responsablemente en las alternativas más convenientes para negociar las condiciones favorables de un acuerdo que permita acabar con esta huelga que no pudieron evitar. Para ello es clave el entendimiento de la compleja situación actual del negocio desde las perspectivas de ambas partes.
El sindicato debe demostrar su disposición a negociar con el entendimiento de que las circunstancias actuales le exigen un compromiso superior con la sostenibilidad de la empresa más que con incrementar beneficios, con el objetivo principal de la continuidad de la fuente de empleo; por su parte, Cerrejón debe liderar el proceso propiciando un escenario de diálogo abierto, en el que se den las condiciones para lograr que los líderes del sindicato comprendan cabalmente las realidades del negocio, definiendo un contexto apropiado para el manejo de los cambios que se acuerden.
Las buenas prácticas nos recuerdan siempre que el éxito de toda negociación se fundamenta en el diálogo abierto, en explorar alternativas y en encontrar opciones para satisfacer los intereses, en construir relacionamiento, nunca en imponer posiciones.
La responsabilidad es enorme para los líderes de la empresa y del sindicato. Solo un pronto y sensato acuerdo permitirá mitigar los efectos de la huelga en la economía de La Guajira y a la empresa Cerrejón, con sus empleados como parte de ella, continuar haciendo minería responsable con el ambiente y con la sociedad en las próximas décadas, preservando con orgullo el reconocimiento de ser “la empresa minera con mejor reputación en el país” que le han otorgado sus grupos de interés durante los últimos siete años.