La relación diplomática entre Colombia y Estados Unidos enfrenta un momento de tensión tras las recientes declaraciones del embajador estadounidense en Bogotá, Jhon McNamara, quien advirtió que la certificación del país en la lucha contra el narcotráfico dependerá estrictamente de resultados verificables y no de promesas o discursos.
McNamara fue enfático al señalar que “ya no es tiempo de hablar”, y que la decisión del presidente Donald Trump de otorgar o no la certificación se basará en los logros que presente el Gobierno colombiano en las próximas semanas. Esta certificación no es un mero trámite; representa la continuidad del respaldo financiero y operativo de EE. UU. en la estrategia antidrogas, fundamental para el país andino.
En respuesta, el embajador de Colombia en Washington, Daniel García Peña, defendió el compromiso de la nación con la lucha contra el narcotráfico, destacando que “no hay país en el mundo que enfrente con mayor determinación este flagelo que Colombia”. Añadió que los resultados ya se están dando y que espera que estos hablen por sí solos en el momento en que se evalúe la certificación.
El Gobierno Nacional se encuentra ahora bajo la presión de demostrar avances significativos en sus políticas antidrogas, mientras se avecina una decisión que podría influir de forma determinante en las relaciones bilaterales y el futuro de la cooperación internacional en esta materia.