La posible designación del general Pedro Sánchez como nuevo ministro de Defensa ha desatado una fuerte polémica dentro de las Fuerzas Militares y entre analistas de seguridad. La principal preocupación radica en que su nombramiento, si se da en servicio activo, obligaría al retiro inmediato de más de 30 oficiales con mayor antigüedad, incluyendo altos mandos estratégicos. Para evitar este impacto en la cúpula militar, Sánchez habría decidido retirarse antes de asumir el cargo, lo que retrasaría su posesión por un periodo de tres meses.
Expertos en seguridad y exfuncionarios han criticado la decisión del presidente Gustavo Petro, señalando que podría tratarse de una improvisación en un momento crítico para la seguridad del país. El exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón advirtió que la designación de Sánchez “no representa una oportunidad de progreso o avance, sino un deterioro y una mayor debilidad para las Fuerzas Armadas”, poniendo en riesgo la estabilidad de la institución en medio de una crisis de orden público.
Además, esta sería la primera vez en más de 30 años que un uniformado activo asume en propiedad la jefatura del Ministerio de Defensa, pues desde el gobierno de César Gaviria, con el general Óscar Botero Restrepo, los titulares de esta cartera han sido civiles. Durante los gobiernos de Álvaro Uribe e Iván Duque hubo encargos temporales de militares, pero sin llegar a una designación formal como la que se plantea con Sánchez.
A medida que avanza la discusión sobre su nombramiento, la incertidumbre crece en las Fuerzas Militares y en el Gobierno. La salida masiva de oficiales podría debilitar la estrategia de seguridad en un momento de alta conflictividad en varias regiones del país, mientras que el retraso en la posesión de Sánchez dejaría al Ministerio de Defensa en un limbo administrativo en un contexto complejo para el país.