La violencia en el Catatumbo, Norte de Santander, ha desencadenado una emergencia humanitaria sin precedentes. Durante cinco días de combates entre disidencias de las Farc y el ELN, más de 5.000 personas han sido desplazadas hacia Cúcuta, Ocaña y Tibú, según datos de la Gobernación del departamento.
El saldo mortal asciende a 80 personas, entre ellas siete firmantes del acuerdo de paz y el líder social Carmelo Guerrero, de la Asociación por la Unidad Campesina del Catatumbo (Asuncat). Sin embargo, la Defensoría del Pueblo maneja una cifra de al menos 60 fallecidos.
El Catatumbo, que abarca el 40 % del departamento y comprende ocho municipios, vive una profunda crisis marcada por el miedo y el desplazamiento masivo. Imágenes desgarradoras muestran a familias huyendo con apenas lo indispensable, abarrotando camiones, motocicletas, carros y canoas para escapar de la violencia.
Por su parte, el gobernador William Villamizar detalló que Cúcuta ha recibido cerca de 1.000 desplazados, Tibú más de 2.500 y Ocaña 2.000, con la expectativa de otros 3.000 en camino; asimismo, advirtió sobre la difícil situación de quienes permanecen confinados en la selva, se refugian en Venezuela o intentan sobrevivir en sus hogares sin acceso a alimentos.
Videos provenientes de la frontera muestran a familias cruzando el río Catatumbo en canoas atestadas. Según el testimonio de una periodista venezolana, cada dos o tres horas llegan grupos de desplazados, incluyendo niños, mujeres y ancianos, muchos de ellos con sus pertenencias y animales. Hasta ahora, se han registrado 250 personas arribando a través de esta vía.
La magnitud de la crisis ha llevado a la cancelación de clases en la región y a la inminente declaración de alerta naranja en la red hospitalaria para atender a los afectados.
Mientras tanto, las comunidades exigen corredores humanitarios y asistencia urgente para mitigar el impacto de esta tragedia.