Los carnavales de Riohacha, son de esas tradiciones que se siguen conservando y que muestran parte de la cultura de la capital de La Guajira, en medio de serias dificultades económicas, de organización y de inseguridad.
Los carnavales de este año mostraron una gran debilidad económica, que no se sintió por la alegría desbordante que mostró su reina central, acompañada de la infantil, quienes lograron cumplir con todas las actividades definidas en la programación.
Al asumir la nueva alcaldesa en calidad de encargada, Isseth Tatiana Barros Brito, encontró una alta deuda económica con varias organizaciones que trabajan alrededor del carnaval, que aún no ha sido saldada en su totalidad, y que pone en aprietos las actividades del 2018.
Algunos conocedores de la materia plantean que se suspendan los carnavales para el próximo año, para que el Distrito busque la mejor salida a la crisis que se vive actualmente y que se traduce en falta de recursos económicos, organizaciones que no se ponen de acuerdo para trabajar unidas, la falta de apoyo de la empresa privada, las comparsas que cada año son menos, los grupos folclóricos que no se muestran, la actitud amenazante de un grupo de desadaptados que atentan contra los desfiles, la poca llegada a los barrios populares, amén de otras dificultades que ponen en riesgo la fiesta del dios momo.
Es hora de hacer un alto en el camino, y dejar a un lado las altas pasiones de quienes con justa razón trabajan para que los carnavales se sigan desarrollando, a quienes no se les debe olvidar que es una fiesta que deben disfrutar todos los habitantes de la ciudad, y que urgentemente necesita una reingeniería para poder mostrar un espectáculo diferente digno de una capital como Riohacha.
La administración Distrital no puede hacerse el indiferente frente a lo que está pasando con esta actividad cultural de la ciudad, es grave por donde se le mire, y por tanto necesita de soluciones de fondo sin desconocer el trabajo de todas esas organizaciones que la mantienen empeñando lo que no tienen para financiar las actividades, eso no puede seguir sucediendo, porque son malas prácticas que ponen en riesgo la tradición.
La alcaldesa encargada tiene la palabra, porque tiene pleno conocimiento de lo que sucede alrededor de los carnavales, por tanto la decisión que tome debe ser respetada porque para ello ejerce autoridad, no es sano hacer lo de siempre ordenar la fiesta sin que se entreguen los recursos necesarios a tiempo a las diferentes organizaciones, porque de lo contrario es repetir la historia, prestar plata al interés para pagar después, no es bueno seguir con esas malas prácticas, es indispensable poner orden a esta actividad cultural que se sigue manteniendo en el tiempo.