@LColmenaresR
¿Cuál es la verdad detrás del engaño? ¿Hasta cuándo seguirán abusando contra las comunidades Wayuú?
La Guajira, que es sinónimo de magia, encanto y tradiciones ancestrales de pueblos indígenas Wayuú esconde detrás de este velo de belleza una cruda realidad que ha sido ignorada durante décadas: la escasez y mala calidad del agua, que ha cobrado la vida de cientos de niños y adultos.
Según registros oficiales, en los últimos ocho años, casi 300 niños han perdido la vida debido a la falta de agua y desnutrición. Esta situación es una afrenta a la dignidad humana y un recordatorio de que el acceso al agua potable es un derecho fundamental, como lo señala la ONU.
Según datos de la Presidencia de la República, el 42,4% de la población Wayuú, Kinqui, Ika, Kogui y Wiwa lucha por sobrevivir en condiciones extremas, mientras las promesas de soluciones se desvanecen entre la corrupción y la negligencia. Las cifras escalofriantes son el eco de un sistema fallido que no solo niega un recurso básico, sino que también roba la esperanza de un futuro digno para las próximas generaciones.
Recientemente, se generó una expectativa de esperanza cuando se anunció la llegada de cuarenta carrotanques para abastecer de agua a las comunidades de la Alta Guajira. Sin embargo, este rayo de esperanza se ha desvanecido ante las revelaciones impactantes de corrupción y desidia.
Los vehículos, en lugar de cumplir su propósito de llevar agua a quienes más lo necesitan, hoy están parqueados sin conductores ni claridad sobre su fuente de abastecimiento. Incluso se cuestiona si son adecuados para ingresar a las zonas más necesitadas de la Alta Guajira, además de la incertidumbre sobre la viabilidad del proyecto evidenciando una vez más la falta de compromiso con los más vulnerables como lo advirtió la doctora Andreína García, directora de Esepgua, que es la entidad encargada de resolver los problemas relacionados con el agua en La Guajira. Pero no la atendieron.
Resulta aún más indignante descubrir que este proyecto, en apariencia altruista, se gestó en las oficinas de líderes políticos, incluyendo a un líder indígena con antecedentes penales por corrupción. Es un golpe bajo para la población vulnerable, que puede ver sus necesidades básicas utilizadas como moneda de cambio en juegos políticos, y en manos de líderes cuestionados por prácticas corruptas. ¿Quién explica esto?
La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres intenta justificar la situación, afirmando que los carrotanques están en proceso de adaptación para homologarlos al suministro de agua. Sin embargo, estas explicaciones no hacen más que resaltar la incompetencia y falta de transparencia en la gestión de recursos destinados a salvar vidas.
Es imperativo que el Gobierno, en todos sus niveles, rinda cuentas y tome medidas concretas para abordar esta crisis humanitaria en La Guajira. La vida de los Wayuú y de todas las comunidades afectadas está en juego, y no podemos permitir que la corrupción siga cobrando más vidas inocentes.
Es hora de que se haga justicia para los indígenas y para todas las personas que han sufrido las consecuencias de esta tragedia evitable. La Guajira necesita soluciones reales y sostenibles, no es con promesas vacías ni proyectos maquillados por intereses políticos corruptos. ¡Basta ya!
La sociedad colombiana debe unirse en solidaridad con los habitantes de La Guajira y exigir que se respeten sus derechos fundamentales. El agua es vida, y negarla a quienes la necesitan es una afrenta a nuestra humanidad colectiva. La historia nos juzgará por nuestras acciones, o la falta de ellas, en este momento crucial que la solidaridad y la empatía deben ser nuestros motores de cambio.
La Guajira nos necesita, y es nuestro deber responder con determinación y generosidad. No podemos permitir que la sed de poder y la indiferencia sigan cobrando vidas inocentes en una tierra que merece mucho más que promesas vacías y corrupción desenfrenada.
Punto aparte: Al terminar de escribir esta columna se conoce que la Fiscalía abrió investigación para determinar si hubo corrupción en la compra de 40 carrotanques, y determinar presuntas irregularidades para beneficiar a un contratista.
Y como dijo el filósofo de La Junta: “Se las dejo ahí…”.