Como lo hizo el pintor Leonardo da Vinci en el siglo XV, el escritor Julio Verne fue capaz de anticiparse a los avances de la ciencia, de idear inventos impensables en su época y de realizar viajes que solo eran posibles en el mundo de la ficción.
Hablando de Julio Verne, recordemos que nació el 8 de febrero de 1828 en la ciudad de Nantes, este de Francia. Desde niño mostró curiosidad por los hechos científicos. Estudió derecho y se doctoró en 1849. Sin embargo, se dedicó a la carrera de letras; a raíz del poco éxito de sus primeras producciones, ejerció la docencia. En 1859 contrajo matrimonio con una viuda rica. Esta unión no logró borrar la fama de misógino que siempre lo acompañó.
No puede afirmarse que Julio Verne escribió por escribir, pues se lo considera precursor de la televisión, el helicóptero, el submarino y naves espaciales.
Su primer éxito lo obtuvo con ‘Cinco semanas en globo’ (1863), obra que lo estimuló para proseguir con la temática de la novela de aventuras y de fantasía. Como agente de bolsa, recorrió Inglaterra, Escocia, Noruega y Escandinavia; también estuvo en África y en América del Norte. Estos viajes contribuyeron al incremento de su entusiasmo por los relatos de aventuras.
Para escribir la novela ‘Viaje al centro de la Tierra’ (1864), Verne se vio precisado a investigar sobre geología, mineralogía y paleontología. Iguales exigencias superó para el resto de sus obras: ‘Veinte mil leguas de viaje submarino‘ (1869), ‘De la Tierra a la Luna’, ‘La vuelta al mundo en 80 días’ (1873), ‘Las aventuras del capitán Hatteras’, ‘Los hijos del capitán Grant’, ‘En torno a la Luna’, ‘La isla misteriosa’, ‘Miguel Strogoff’, ‘Un capitán de quince años’, ‘Las tribulaciones de un chino en China’, ‘El faro del fin del mundo’, ’Los viajes del capitán Cook’…
La novela ‘De la Tierra a la Luna’ despertó tanto entusiasmo, que la oficina del escritor se vio inundada de solicitudes de reservas para el viaje. La obra trataba solo de los preparativos de la expedición. Verne completó la historia con ‘Alrededor de la Luna’ (1870), en la cual relata el viaje propiamente dicho.
Así como ‘Las aventuras del capitán Hatteras’ narra la expedición del personaje al Polo Norte, ‘Los hijos del capitán Grant’ plasma las peripecias de los pequeños personajes hasta llegar a Australia.
Hay otros autores que contribuyeron a la formación de niños y jóvenes lectores en décadas pasadas. Estamos pensando en Emilio Salgari, Jack London, Herman Melville y Robert Louis Stevenson, sin dejar por fuera a narradores latinoamericanos y colombianos de excelente pluma. Todo lo anterior, para señalar la importancia y la necesidad de fomentar, desde edad temprana, la lectoescritura y la crítica literaria.
Los tiempos han cambiado, y en escuelas y colegios son más conocidas obras como ‘El señor de los anillos’, ‘Crepúsculo’ y otras sagas que atrapan al joven lector. Sin embargo, se enfatiza en fragmentos seleccionados, no en obras completas; tampoco se procede a comentar lo leído y menos a intentar escribir con base en un tema específico.
La mayor parte de las novelas de Verne fueron de ciencia ficción. Actualmente se las mira como precursoras de muchos inventos y descubrimientos que la ciencia ha hecho realidad. Pero poco se habla de dos obras publicadas después de la muerte del autor. Son ‘El eterno Adán’ (1910) y ‘La extraordinaria aventura de la misión Barsac’ (1920). En ellas Julio Verne se mostraba escéptico y preocupado por los resultados que el desarrollo de la ciencia y la tecnología pudiesen producir sobre la especie humana. Paradójicamente, son las mismas preocupaciones que nos desvelan después de 118 años del fallecimiento de este escritor visionario.Murió en Amiens, Francia, el 24 de marzo de 1905. Si hubiese vivido unos años más, ahora no dudaríamos en señalarlo como precursor del fenómeno que nos tiene en vilo: la inteligencia artificial.
Son frases de Julio Verne: “La ciencia se compone de errores, que a su vez son los pasos hacia la verdad”. “Lo que una persona puede imaginar, otras pueden hacerlo realidad”.“¡Qué gran libro podría escribirse con lo que se sabe! ¡Otro mucho mayor se escribiría con lo que no se sabe!”.