El FMI nos anuncia que hasta el 2025 se mantendrá la inflación, conscientes de su incontrolabilidad y su derrota junto a la FED en su afán de contenerla, ya he dicho que las políticas monetarias de incremento de las tasas de interés obedecen a mandatos externos, los cuales si acatan los bancos centrales; ¡insólito! mientras que se declaran independientes del gobierno, como la discusión suscitada cuando el presidente Gustavo Petro planteó la posibilidad de que las casi 10 millones de víctimas del conflicto armado en Colombia sean indemnizadas con bonos emitidos por el Banco de la República.
Ya hace treinta años que las trincas fomentadas por el conjunto de leyes neoliberales son exactamente para impedir salidas a la solución de los problemas del pueblo, durante treinta años de libérrima incordia legislativa se cierran las posibilidades de cambio en los ingenuos acuerdos políticos en Colombia con los partidos neoliberales, que impiden descaradamente el paso a las reformas.
Volviendo a la inflación, los economistas liberales engatusan a sus lectores constriñendo las causas al Covid-19 y a la invasión de Rusia a Ucrania, así dicen, siguiendo los patrones propagandísticos de los Estados Unidos, niegan el carácter interimperialista de la guerra que se escenifica en territorio ucraniano, que lleva sus nefastas consecuencias a todo el planeta tierra: incrementando los precios de los fertilizantes, y por ende, de los alimentos.
Todo ello no son causas, son efectos del incontrolable afán por la ganancia, antes del Covid-19 ya se hablaba de la preocupación de los inversionistas por la caída de las tasas de ganancia, los economistas mercaderes del capitalismo esto lo esconden, recuerdo que se insistía mucho sobre la incertidumbre, así como suena, incertidumbre; el afán de ganancia lleva a que esa misma ganancia se desplome; el capital en su afán de desplazar a los trabajadores suplantándolo por maquinarias nos lo recrea explícitamente Carlos Marx, en la sección tercera sobre La Ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, del Tomo III del Capital, escribió al respecto: “Este incremento del capital constante en proporción al variable tiene como resultado un descenso gradual de la cuota general de ganancia”. 1. Cuando esto ocurre el capital entra en pánico, el neoliberalismo trajo aparejado el fortalecimiento del sector financiero, especulativo por contumacia, elevando la sobreexplotación de la clase obrera, hasta el colmo de: a más valor producido menos salario, el sector financiero arranca cada vez más, mayor proporción de la plusvalía, incrementando la usura, y complementariamente el aumento incontrolable de los precios, acompañado del monopolio productivo y comercial de los alimentos y la energía.
La corrupción y la inflación son inherentes al capitalismo, ni siquiera rémoras, son bacterias, es un problema estructural del capitalismo. El presidente Petro anuncia cuatro estrategias para combatir la inflación, muy plausible, pero es tinta que se queda en el tintero; más, cuando en Colombia los precios de los alimentos están dominados y definidos por los grandes intermediarios, en esencia paramilitares, dueños absolutos del comercio minoritario de los mercados públicos, donde compra el pueblo. Libertad y orden para imponer precios a su arbitrio. Los campesinos podrían en buena parte ser un bastión importante para morigerar esta plaga inflacionaria, pero, con políticas de Estado agresivas hacia el campo, aún hay pequeños y medianos campesinos propietarios de tierras, que adolecen del apoyo financiero, asistencia técnica, tecnología, comercial y de infraestructura.
Pasar de la retórica a los hechos; convertir la generación de energía limpia en impulso agrario en las zonas en que ellas se producen, así sí sería justa. Todo ello de la mano de un proceso agroindustrial.
Por traer un ejemplo; en Alemania consigue usted en los supermercados una diversidad abismal de chocolates, de toda índole, y no produce cacao; mas sin embargo, es uno de los países de mayor procesamiento del cacao; en cambio, en los santanderes colombianos, grandes productores de cacao, 41% en el país, no ha contado con la mirada del Estado para aprovechar esta ventaja comparativa como dicen mis colegas liberales. Pero si recae sobre los campesinos todo el peso represivo del Estado porque no se dejan morir de hambre.
Todo ese dineral malgastado en despliegue militar para resguardar a los gringos se debería invertir en la agroindustria. La inflación atacada con tasas de interés elevada está inexorablemente llevando, sobre todo a Estado Unidos a un estancamiento productivo; recesión, estanflación. Y nuestro mayor comercio es con ese país, y en dólares, que mantiene a Colombia sometida al vaivén del agobiado amo gringo, somnoliento por el avance comercial de los chinos, también agobiados por la caída de su productividad. El camino es la liberación nacional y social de nuestro país.